Capítulo #2

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La luz que se filtra por la ventana de mi habitación me pega en la cara y eso hace que me despierte. No me molesto, pues faltaban sólo 5 minutos para que mi despertador se activara.
Me pongo de pie y decido buscar algo de comer primero antes de bañarme y vestirme.

Ya estando lista, bajo las escaleras con un poco de prisa y me encuentro con un escenario no muy agradable. Penny esta sentada en unas de las bancas de la barra con la cabeza baja y las manos en sus rodillas. Está llorando. Llorando de verdad. Me le quedo viendo por unos segundos, observándola... nunca la había visto tan mal. En un momento de distracción mis pies resbalan con el pequeño escalón que separa el pasillo de la cocina provocando un leve ruido, al instante ella voltea y sus cristalinos ojos conectan con los míos. Me siento tan avergonzada de que ella se diera cuenta de que la estaba viendo así que no tardo ni un segundo en darme la vuelta y echarme a correr.
Rápidamente busco las llaves de mi carro y salgo de casa.
Mi tía es una mujer con mucho poder y dinero, dueña de HillsCompanys, entonces desde que vivo con ella ha tratado de reconfortarme con lujos y dinero. Algo a lo que yo no estaba acostumbrada.
Obviamente no voy a sentirme mejor por tener dinero, carros o la ropa que yo quiera, pero intentó no preocuparme demasiado. Jamás había visto a mi tía así, en realidad jamás la había visto llorar. El día del funeral de mi madre ella no asistió. Siempre he pensado que es una persona fría y rencorosa a la que el dinero le ha consumido el corazón. No sé que pensar sobre lo que acabo de ver pero lo que sí sé es que nada de esto cambia nuestra relación.
Decido despejar mi mente sobre ello ya que no tiene importancia y arranco el auto, comenzando mi viaje.

Al llegar al colegio aparco el auto en el lugar de siempre y cuando salgo puedo ver esa cabellera pelirroja que camina hacía a mí pasando a través de los demás estudiantes.

-¡Hola Han!, ¿Cómo estuvo el viaje hasta aquí?

Río un poco y le contesto -Hola Dalí, y no sé por que sigues preguntándome lo mismo todos los días si vivo sólo a unos cuantos minutos.
-Bueno, ella siempre es exageradamente amable- Derek nos interrumpe haciendo una mueca de asco y mientras se acerca hacia nosotros. Cuando logra llegar le da un pequeño empujón a Dalí en el hombro y esta se queja.
-¡Dek, déjame en paz!- y frunce el ceño, lo que me hace ahogar una risa por su característico gesto.
-Okey, okey, tranquila mujer, -Derek dice en un tono burlón y levanta las manos en señal de rendición-Hola Hannah.
- Hola, Dek.

-¿Todo bien por ayer?- me pregunta y en su voz siento la preocupación.

-Simplemente... un año más, ¿no?-suspiro y les digo sin mirarlos a los ojos con una pequeña sonrisa en los labios.
Dalí, no muy conforme de mi respuesta, me abraza y después le pega a Derek regañándolo por haber llevado una película romántica ayer en la noche que nos vimos. Él empieza a defenderse justificando que la película se coló entre las demás.
-Vale que entiendo, ya no justifiques el maricón que eres.
Río ante el comentario de Dalí y al momento escucho el sonido de la campana lo que significa que tenemos que ingresar al cole.

-Dejen de pelear y vámonos ya a clases.
-Por mí esta bien- Derek me responde, y me volteo para sonreírle a Dalí, haciéndole una seña de que nos vayamos. Camino junto a Derek y Dalí hacia nuestra clase de historia.
La clase es realmente aburrida, yo siempre he sido una chica estudiosa pero la historia no es lo mío, aunque eso no quiere decir que soy mala en ello.

Al salir de la clase me despido de Dalí y Derek, pues sus 2 siguientes clases son diferentes a las mías y hasta ciencias nos volveremos a reunir.

Ahora tengo que ir al salón de Francés. Detesto un poco la clase, al principio la tome por que me pareció interesante el idioma, aunque ahora no me gusta tanto y no es por el Francés, es sólo que la maestra que lo enseña es ligeramente odiosa, tiene la risa más aguda que he escuchado y lo peor es que se ríe cada cuatro palabras que pronuncia, pero como buena persona que soy, la soporto, además de que no me queda de otra. Me río por mi pensamiento al momento que camino a través del umbral de la puerta, ya adentro viendo el salón, noto algo diferente... alguien esta sentado en mi banca.

No soy muy especial con el aspecto del lugar en el que me siente en un salón, pero siempre me siento ahí y nadie más lo hace, además puedo estar lo más lejos posible de la odiosa risa de la maestra. Creo que eso es lo que lo hace más importante.
El chico esta volteado hacia atrás hablando con David, un jugador de Lacrosse, muy bueno para decir verdad. Y no me queda más que acercame a hablar con el chico de cabello negro que esta sentado en MI lugar.

-Ammh, amigo...- hablo primero para llamar su atención y cuando lo veo voltear continuo.-estas sentado en mi banca -le digo amablemente al chico.

-¿Enserio?, por qué yo no veo tu nombre en ella -él me contesta con un tono burlón, y lo primero que pienso es que no tiene por que ser grosero.

-Es que no lo ves por que no lo tiene, pero esa es mi banca.

-Bueno, si no tiene tu nombre, no es de tu propiedad, y por lo tanto, yo puedo sentarme aquí. Atrás hay más bancas.

¿QUÉ?, ¿Qué le sucede a este chico?, AHG. Me le quedo viendo con mirada de "muérete" y luego de unos segundos cedo y me dirijo a una banca que se encuentra en la parte de atrás, sentándome y azotando mis cosas en la paleta. ¿Quien es ese chico?, nunca lo había visto en el cole.
Después de unos minutos la maestra entra al salón, y como es de costumbre, entra riendose como si fuera a morir si se quedara callada por un momento. Empieza a dar los apuntes para el próximo examen que tendremos e intento copiarlos pero el chico pelinegro de hace un rato voltea a verme y a pesar de que estamos a unas bancas puedo escucharlo con claridad.

-Oye, fea, préstame un lápiz.

Maldición con este cabrón, ¿qué le sucede?, ¿acaso piensa que realmente voy a prestarle un lápiz pidiéndomelo de esa forma?

-Veté al diablo- le digo e intento seguí copiando pero él me interrumpe.

- Oh vamos, ¿sigues molesta?, ¡no te hagas a la difícil!

Suelto un gruñido y le lanzó una goma a la cara, sus buenos reflejos la esquivan haciendo golpear el inexistente trasero de la maestra.
Ella voltea en una fracción de segundo y todo la clase ríe. Siento el calor en mis mejillas y supongo que eso me delata.

- Señorita Hills, ¿qué le sucede?-me dice ella quitándose los lentes y en este momento deseo que esté riéndose y no viéndose tan molesta.

-Yo... no fue... mi intención, l-lo lamento- empiezo a decir y el tonto chico que ocasionado el problema empieza a reírse.
El enojo hierve en mi sangre y grito.

- ¡Todo ha sido culpa del idiota ese!- me levanto de mi banca y señalo al imbécil con el dedo.
-¡A mí no me metas en tus problemas, muñeca!
-Cállate, tarado.
-¡BASTA!- escucho gritar a la profesora y enseguida mi vista viaja hacia ella.

-Reporte para los dos, y a la próxima les mando suspensión.- mis ojos se abren por la sorpresa, me siento en mi lugar y me quedo callada sin decir más. No volteo a ver al estúpido ese y sólo me centro en seguir copiando.

Más o menos como una hora después la clase ya ha terminado, paso a la mesa de la maestra Craig y recojo mi reporte.

Salgo del salón tan rápido como si se estuviere quemando. La clase se me hizo tan eterna después de la pequeña riña con ese, sólo estaba esperando el momento en que terminara para poder salir e irme a gastronomía.
Ayer no fue un muy buen día a excepción de la noche, y este idiota me ha arruinado el día de hoy, esta no será una muy buena semana.

La clase de gastronomía pasa rápido y ahora me dirijo a el salón de ciencias.
Entrando me encuentro con sus miradas y me dirijo hacia ellos.
"Ya al fin con Derek y Dalí", pienso y me alegro de verlos, sin ellos el colegio sería una mierda. Veo a Dalí jalar el hombro de mi amigo y moverlo de un lado al otro como si estuviere agitándole.
-Pequeña monstruo, sálvame, Dalí me esta atormentando- empiezo a reír y me coloco a un lado de ellos aún riendo, entonces levanto mi vista y la risa se esfuma tan rápido como llego cuando volteo y veo a el chico pelinegro grosero entrar al salón y sentarse en una de las mesas del laboratorio, y para mi desgracia, la que esta enfrente de la mía.

"Que suerte la tuya" oigo la voz de mi subconsciente.
-¿Enserio?- me quejo en voz baja, más como un susurro.
-¿Qué?- Dalí me pregunta.
-Oh, no, nada...

Linduritaaaaaaaaas.
Vi que las lecturas subieron un poco, muchas gracias por leer, me siento muy feliz. Espero sigan conmigo y que poco a poco más linduritas se unan.
Las ama, Nao.

Night ChangesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora