「Capítulo 3」

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Distrito 20
03:47
Agosto

Los niños corrían como si no hubiese un mañana, saltando rocas pequeñas y riendo inocentes mientras se perseguían con palos envueltos en barro. Mientras tanto, la niña en el columpio se entretenía viendo a su primo y mejor amigo casi matándose el uno al otro con unos inofencivos palos.

—¡Te atraparé, Kaneki! —gritó entre risas el niño de cabello anaranjado.

¡En tus sueños será! —El pelinegro saltó de detrás de un árbol y atrapó a su amigo con el palo, ensuciándolo con barro.

¡Nooo! ¡Me han dado! —exclamó el atacado dramáticamente.

La pequeña pelirroja no aguantó más y estalló a carcajadas.

¡No te rías, Rini! ¡Me están matando! ¡Eres una malvada! —se quejó el dramático niño.

Es que... es que... ¡JAJAJAJA!

El aire de la pequeña era consumido por sus carcajadas y en poco rato ya se encontraba agarrándose el estómago.

El pequeño pelinegro la miró con ternura. Le encantaba verla reír y le agradecía a Hide, quien era el autor de sus risas. Aquello se debía a que, desde la muerte de la madre de Rin, ella apenas y soltaba una sonrisa.

Hide miró a Rin que por poco y se revolcaba de risa en el suelo, sonrió orgulloso de su obra y dirigió su mirada a su mejor amigo, Kaneki. El pelinegro conectó su mirada con la de él y chocaron los cinco, para luego volver a ver a la pequeña, que ya había parado de reír y se dirigía hacia ellos.

Ustedes son unos locos —dijo con alegría.

Los tres soltaron una risita. En eso, la madre de Kaneki los llama.

¡Kaneki! ¡Rin! ¡Es hora de que vengan a almorzar!

¡Ya vamos, mamá! —respondió Kaneki. Su madre volvió a entrar a la casa—. Nos vemos más tarde, Hide. Vámonos, Rin.

Ya, ya te alcanzo —dijo Rin. Kaneki rodó los ojos y se dirigió a casa.

¡No te tardes, Rini!

Cuando Kaneki se había ido y Rin no parecía querer decir algo, Hide habló desconcertado.

Rini, ¿qué ocurre?

Es que... quería pasar más tiempo contigo, Hide. —Las mejillas de la pequeña ardieron en un tierno rojo pastel mientras jugaba con sus manos.

Hide quedó sorprendido y el nerviosismo lo atrapó, sin ya saber qué hacer.

Am... buenooo... Creo que...

La pequeña peliroja se acercó rápidamente al niño anaranjado, tomándolo por sorpresa, y juntó sus pequeños labios con los de él en un inocente «piquito» que no duró más de 30 segundos. Al separarse, ambos parecían tomates vivientes. La pequeña Rin rió tímidamente y corrió a la casa de su tía.

¡Hasta luego, Hide! —se despidió Rin.

El pequeño Hide observó pasmado a la niña por la cual, él empezaba a sentir algo más que amistad...

Desperté de golpe por aquel tierno y a la vez triste recuerdo. Traté de controlar mi respiración y cuando lo logré, decidí bajar por un vaso con agua y hielo. Desde que descubrí que Hide había muerto hace unos días, los recuerdos de todas esas travesuras que hacíamos Kaneki, él y yo cuando éramos pequeños no dejan de atormentarme. Y el estreno de esta noche había sido este recuerdo de mi, técnicamente, primer beso.

Wanderers •東京喰種•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora