Capítulo I

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Esa mañana Liam se había despertado como todos los días desde el accidente, solo y con un silencio interminable en la casa. Su perro Sam seguía descansando en la parte delantera de la cama, casi en sus pies, se levantó sin ganas y preparó un café con la esperanza de obtener ganas para sobrellevar el día.

Salió de la casa como usualmente lo hacía y buscó con la mirada el periódico pero no lo halló en ningún sitio.

»Debo hablar con el repartidor de periódicos«

Pensó, desde que había vuelto a casa no había visto nunca el diario en su puerta. Volvió a entrar a su casa y cerró la puerta aislándose nuevamente del mundo exterior. Aun así estando con Sam y recibiendo constantes mensajes y llamadas de sus amigos no podía negar que se sentía vacío. Quizás su día a día era lo que lo mantenía aburrido constantemente, la misma rutina todos los días y los mismos resultados tanto que podría aceptar que hacía falta alguna emoción a su vida, pero aun no sabía qué.

Sus amigos habían estado con él todo el tiempo que estuvo en el hospital y lo acompañaron todas las veces que fue al médico por una revisión, por eso estaba eternamente agradecido aunque desde que había vuelto a casa, ya casi no estaba con ellos.

La mañana había transcurrido rápidamente dando paso a aquella tarde que por cierto era bastante especial; los pájaros cantaban sobre las ramas húmedas y el sol había nacido de entre las nubes nuevamente. Liam había salido a limpiar aquel desastre de hojas que la intensa lluvia de la noche anterior había dejado como resultado en su patio trasero mientras que su revoltoso amigo corría por todos los lados olfateando el suelo y jugando a atrapar alguna ave desprevenida.

La amnesia no era algo que lo afectaba demasiado, aun podía interactuar con la gente, tener amigos y sonreír todo el tiempo, quizás lo único que fastidiaba era no poder reconocer a alguien del que se había olvidado por completo, aquello sonaba más afectable.

Liam se había hundido en sus pensamientos intentando recordar la melodía de una canción que había escuchado días atrás pero fue interrumpido por unos ladridos que parecían ser de Sam, al cual había perdido de vista.

»Sam, ¿Dónde está?«

-¡Sam!- gritó Liam. Escuchó nuevamente los ladridos y aguzó su oído deduciendo que los ruidos provenían del bosque.

Soltó el saco de hojas que sostenía y comenzó a adentrarse al arbolado, curioso de saber que ocurría. Comenzó a acelerar cada vez más su paso cuando no lograba ubicar a su mascota. Luego se detuvo al divisar una pequeña casa de madera pero se sorprendió aún más cuando vio a Sam junto a ¿Una persona?

-¡Oh, por Dios!- Exclamó Liam al ver a aquel hombre tendido en el suelo. Se acercó al desconocido, se inclinó y tomó su muñeca posicionando sus dedos en las venas azuladas, buscando sentir su pulso y casi recordando aquel acto de alguna película.

Liam intentó concentrarse y suspiró aliviado al sentir los latidos inminentes provenientes del corazón del desconocido, estaba vivo y aquello lo reconfortaba. Tomó al extraño de sus brazos y de sus piernas, inhalo intentando capturar la mayor cantidad de aire y lo cargó entre sus brazos haciendo toda fuerza posible.

Dio una patada a la puerta, que visiblemente estaba entreabierta, e ingresó a la pequeña cabaña, lo recostó cuidadosamente sobre un sillón. El extraño comenzó a mover los parpados y abrió sus ojos, mostrando aquellos ojos café que Liam adoraría en el futuro.

Illusion ~ ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora