Ojos color esmeralda, cabello castaño y 1,80 de estatura, el hombre perfecto...
-Pensé que jamás despertarías-exclamo.
-No-negué rápidamente- solo estaba algo cansada.
Mi madre, la única familia que tenía en este mundo y creo que es jodidamente cruel porque no la tendré más de lo debido.
-No te escuche llegar-dice.
-Llegue un poco tarde, no te quise despertar para avisarte que había llegado-me encogí me hombros.
-Sabes que eso no es problema para mí, además me preocupa que estés sola por la calle y sé que ese amigo raro tuyo te trae, pero seamos realistas son jóvenes-dice con un tono preocupada, sin olvidar lo rápido que exclamo- pero dime la verdad.
-¿Cuál verdad?-pegunte.
-¿Sales con ese chico?-pregunta de vuelta.
-Por favor mama, Lucas es solo mi amigo. De hecho mi único amigo-negué lentamente debido a su comentario.
-Solo era un comentario, es algo raro pero me parece buen chico-sonríe.
-Iré al súper, ya se acabó la leche y los cereales-dije cambiado por completo la conversación tan incómoda que tenía con mi madre.
-Que buena eres para cambiar la conversación, pero está bien te espero.
No respondí ante su comentario, solo me encamine hacia la puerta que contactaba con la calle. Hoy era un día soleado en Nueva York y sin olvidar que el verano estaba a punto de acabar, cosa que me lleva a pensar que hare con mi vida ya que el tiempo va volando.
Solo tenía que caminar unas cuantas calles, para así llegar al súper mercado. Dentro de unos días mi padre cumpliría nueve meses de fallecido y sí; nueve meses en que deje de estudiar.
"Súper Mercado Oscar's" de seguro el nombre más ridículo que había oído, rápidamente entre a este divisando con mi mirada aquello que buscaba. ¿Por qué los cereales siempre están en la repisa más alta? , una pregunta que me hago todos los días de mi vida. En puntitas sobre mis pies, intentando alcanzar mí objetivo.
-Ya veo que el angelito, es una enana-dice una voz detrás de mí.
¿Angelito? , aquel chico... o no.
Solo decidí ignorarlo, ya que no tenías ganas de tan solo verle la cara. Pero a los pocos segundos vi como un brazo se atravesó en mi vista y tomo una de las cajas de cereales.
-No era necesario que me ignores-dice con lentitud, saboreando aquella ronca voz.
-De hecho no lo estaba haciendo, solo no me pareció necesario responder aquel comentario-dije con fastidio.
-Entonces te parece incomodo que te digan que eres una enana-dice con burla.
-Por qué no mejor te callas-dije a la vez que daba media vuelta.
Rápidamente hice contacto visual con aquellos ojos esmeralda, que resaltaban más de lo normal por la luz. Una de sus manos estaba en los bolsillos de su pantalón y la otra sostenía la caja de cereales, su cabello estaba levemente desordenado y ver aquellos cabellos rizos castaños caer en sus hombros.
-¿Y si no lo hago?-pregunta con ironía.
-Pues vete al demonio-escupí.
-Que grosera es el angelito-negó lentamente con su cabeza.
-Sabes que, adiós-dije a la vez que quitaba la caja de cereales de su mano.
Apresure mi paso para así poder llegar más rápido a la caja registradora, se encontraba el señor Oscar el dueño del lugar.