Eres tan imprégnante, como el aroma de una flor.
Sentía su respiración chocar contra mi cara, mi corazón en cualquier momento saldría y lo peor es que de seguro el sentía mi miedo, mi temor. Su mano estaba puesta en mi muslo, con el fin de guiarla por debajo de mi falda, ¿realmente esto estaba pasando? ¿Por qué no reacciono? Un gran cuestionamiento sucedía en mi cabeza.
Me sentía paralizara, como si mis movimientos estuvieran totalmente bloqueados; una pequeña luz entraba por la ventana logrando ver que estaba acorralada en la silla del copiloto.
-¿No harás nada al respecto?-pregunta en un susurro tranquilo.
El sonido de su voz, rápidamente fue transmitido por todo mi cuerpo, era tan jodidamente gruesa y rasposa, algo que lo hacía lucir varonil.
-No lo sé-negué con delicadeza, mis movimientos parecían que no fueran propios de mí.
-No me gusta que esto parezca fácil, pero si así lo quieres-exclamo, mientras su mano subió rápidamente a mis bragas.
-Quita tu maldita mano de mí-dije en un gruñido.
-Luego de que tengo todo a mi favor, ahora te haces la ofendida-dice con una sarcástica sonrisa.
-Jamás puse todo esto a tu favor, ni creas que con tu postura, dinero y elegancia estaré a tus pies, así quita tus manos de mí-dije de igual manera.
Parecía que todas mis palabras hayan sido en vano, ya que el solo apretó un poco más mi cadera y que su quijada se frunciera rápidamente, aquellos ojos se oscurecieron y su aspecto solo transmitía inconformismo.
-Serás mía, Sam Dibotti-dice con ronquedad.
Al decir aquellas palabras, su rostro se fue acercando a mi cuello sintiendo aún más cerca su respiración. Susurraba algunas palabras, pero no era entendible para mi oído, poco a poco se fue apoyando en mí pero era algo que no permitiría. Así que con un rápido movimiento, enterré mis uñas en sus mejillas para que este de un brusco quejido se apartara de mí, me miro con rabia pero solo se ocupaba de aquel dolor que sentía en ese momento.
Tome mi bolso y salí rápido del auto, apresure mi paso y a la distancia solo pude ver unos cuantos carros en una vía poco transitada. El aire frio de New York se incorporó en mis pulmones provocando un rápido cansancio y ahogamiento en mí, gire mi cabeza a 80° notando que nadie me seguía un gran alivio para mi corazón. A la distancia un auto venia hacia a mí, notando ver que era alguien que estaría a mi favor, hice una pequeña seña y este sin dudar rápidamente freno, aquellas camioneta gris 4x4 de mi gran amigo Lucas.
-¿Qué haces por aquí?-dice con desespero.
-Solo déjame entrar a tu auto-dije con cansancio.
-Claro-exclamo.
Le di media vuelta a su camioneta, entrando sin dificultad a la silla del copiloto.
-¿Qué te paso?-pregunta.
-Solo tuve una mala noche, dime que jamás permitirás que me vaya con ese maldito-espete.
-¿Te hizo algo?-pregunta de nuevo.
-No-negué con mi cabeza- gracias a Dios no.
-Te dije que no te fueras con ese tipo, él tiene una mala fama en la ciudad.
-No vengo a escuchar tu sermón, ¿puedo dormir hoy en tu casa?-dije con un poco de angustia.
-Claro, dormiremos juntos-dice con burla.