Capítulo 3: Entrenamientos precoces

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Vegeta ya estaba resignado a quedarse con el niño por el resto del día, a pesar que ya había comprobado anteriormente que cuidar a un bebé no era tarea fácil...

Luego que la Sr. Briefs se retiró, Vegeta se quedó solo con su hijo que estaba bastante ocupado en terminar con su desayuno, es decir su biberón de leche. Lo miró un rato y suspirando se acercó al corralillo que estaba en medio del salón y lo dejó allí, luego se dirigió a su habitación con la intención de asearse para luego desayunar.

- "¿Ahora qué diablos haré con este niño?..." - pensaba mientras se afeitaba - "Bueno, ya me ocuparé de eso más tarde... pero primero comeré algo que ayer por culpa de Bulma no pude cenar".

Luego que terminó, se cambió de ropa y bajó a desayunar. Se había puesto su traje habitual de entrenamiento, es decir, camiseta sin mangas y un par de pantalones con sus acostumbrados guantes y botas blancas, sólo que a diferencia del traje del día anterior, éste era de color negro en lugar de azul. Tal parece que Vegeta nunca se decidiría a remodelar su guardarropa.

Se acercó a la nevera y luego de husmear un rato tomó lo que le apetecía y cerró el aparato dirigiéndose a la mesa con tal cantidad de comida en sus brazos que hubiera bastado para alimentar a un regimiento completo. Afortunadamente Bulma le había dejado comida sólo para calentar, así en ese aspecto no tendría que preocuparse.

Trunks lo miraba con una expresión de sorpresa en su pequeño rostro dajando caer su biberón por toda la comida que veía. Vegeta al darse cuenta de su escutriño le dijo:

- ¡¿Y tú qué me miras con esa cara de idiota, enano?! - le dijo preparándose para comer - ¡Que no te sorprenda esto, porque tú también comerás así cuando seas más grande! - y terminando de decirlo, Vegeta empezó a devorar toda la comida que tenía en frente ante la mirada atenta de su hijo, que imitándolo continuó tomando su biberón que había dejado a medias.

Luego que terminó de comer, Vegeta no se molestó en recoger nada como era su costumbre y se sentó pesadamente en un sillón de la sala para descansar a cierta distancia de Trunks. Al igual que Goku, su digestión duraba poco tiempo ya que el metabolismo de los saiyas era muy rápido. En unos minutos estaría listo para entrenar. Se quedó sentado un rato viendo como Trunks estaba muy entretenido con sus muñecos de peluche y los juguetes que tenía en el corral y por su parte trató de encontrar algo bueno que ver en la televisión para distraerse.

Luego de 15 minutos ya estaba totalmente aburrido y dado su carácter estaba harto de tener que estar allí sentado sin hacer nada. Se levantó apagando el aparato y dijo en voz alta:

- ¡Ya no aguanto el tener que estar aquí metido, cuando podría estar desde hace rato entrenando! - dijo el saiya molesto - ¡Me voy a entrenar como debe ser y nada ni nadie me lo impedirá!

Ya estaba a punto de marcharse por la puerta cuando...

- ¡BUAAAAA! - gritó Trunks con voz potente.

- ¡Ay... diablos! - se detuvo en la puerta y se dio vuelta - ¿Y ahora qué?

Con paso rápido se dirigió hacia Trunks que al verlo paró de llorar y lo miró curioso...

- ¡¿Qué tienes, niño?!... ¿eh? - pero al ver que se había quedado calmado de nuevo y le estaba sonriendo, murmuró molesto - De seguro fue una falsa alarma de parte tuya para fastidiarme... - y diciendo esto otra vez se dirigió a la puerta.

- ¡BUUUAAAAA! - Trunks volvió a gritar al ver que su padre se iba, pero en cuanto regresó volvió a callarse.

- ¿Y ahora qué te pasa?... ¡Te advierto que este jueguito tuyo no me está haciendo ninguna gracia y terminaré enfadándome en serio! - y de nuevo cuando ya estaba a mitad de camino...

Papá por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora