Los susurros escalofriantes se iban cobrando una a una las veces que dormi temprano, el calor y la noche se encontraban en una aparente disputa por el dominio del insomnio y aún ninguna ganaba, por una parte siempre existe la pesadez que nos jode los ojos después de las diez, pero si algo era mas fuerte, más fastidioso y más poco acogedor era el calor, de alguna manera la disputa interminable era lo único que daba muerte al sueño, la decidia de tomar o no café no aliviaba más el mortal padecimiento del tiempo, al contrario; extendía cada ronquido que inevitablemente aplastaba y se apoderaba del espacio que no debía ocupar ningún sonido y que hacia que el calor fuera realmente palpable, me había despojado de mis prendas superiores por miedo a sudar, a que una sucia, salada y casi despreciable gota corriera por mi cara, o mis axilas. La postura semi ergida que raspaba ligeramente mi cadera como una navaja sobre el tronco de un árbol dejaba ver la imperfección total de mi cuerpo, el abdomen se partía horizontalmente en dos, los bellos de mi cuerpo formaban un pastizal que se extendia en todo el torso, este era yo, no parecía un hombre, no de los que calzan zapatos de cuero, o de los que usan playeras ajustadas, no, no era ya un hombre, aún sin sudar podía sentir cómo humeaba por cada poro aquella sustancia, los hombres no dejan la boca abierta casi babeando su pecho y yo lo hacia, leia palabras hermosas por la noche y olvidaba cerrar la puerta, los hombres no aman tan noche, se desprenden de la protesis del amor, los hombres duermen, sueñan con idioteces, no sueñan con mujeres, sueñan con sexo y utopías políticas, los hombres a estas horas roncan, yo no soy un hombre; no amo a una mujer mientras duermo; yo no duermo porque la amo, soporto los ronquidos infernales del vecino molesto que no duerme nunca en su cama, soporto las estrellas y las nubes, soporto la inmensa molestia del calor en esta noche.
Los ronquidos aumentan de volumen, formulan un tiempo que va en retroceso, un temporizador del sueño que la noche puso en mis manos a modo de desesperación para que me rinda y vaya a mi cama, los ronquidos son cada vez más fuertes, siento que explotará, debería saber cómo salir de esto victorioso, pero me es imposible, la tensión en mi estómago se hace mayor, de momento solo lo aprieto junto con mis dientes cuando el ronquido se efectúa y siento segundo a segundo que ganará, que me alejará de ella una vez más, sabe que estoy cerca, que su secreto conmigo en frente no está tan a salvo, me teme, por eso hace todo esto: el calor, los ronquidos, el sueño. Caigo preso, no puedo más con esto, no hoy, y ella lo sabe así como sabe que volveré otra noche y que tendrá que hacer algo mejor que esto, sé que algo esconde, algo de lo que no se siente orgullosa, algo mas alla de las estrellas y su inmensidad, algo tras la luna y yo lo encontraré y la dejaré sola sin amantes, sin belleza, sin futuro, sin luceros.