Y quiero que entiendas
que no soy un poeta, que no comparo la luna con su sonrisa,
Ni el brillo de las estrellas con el de sus pupilas.
No soy un poeta, no soy un declamador
No hay gritos ahogados que salgan de mi pecho con un par de versos,
Ni palabras adornadas con metáforas, ni esperanzas escondidas en lo mas hondo de un jarrón,
y aunque estuvieran aquí no se quedarían , no sin razones para alimentar tal amor.
ya no tengo una musa con la que comparta todo esto,
Ya no tengo café ni papel, ni sus besos.
No soy un poeta, soy un incienso apagado,
No escribo cartas con fecha, ni dedicatoria,
No creo versos alejandrinos, no te veo, ni de cerca, ni de lejos,
No te asomas, ni das señales, ni siquiera te paras en medio de mi camino.
Solo tengo una pluma para escribirme unos pocos besos,
para dibujar entre palabras un sendero,
tuyo, mio, nuestro.
Soy un tren descarrilado sin anden, un poeta sin versos;
Un poeta que no es poeta, y tu una musa que ya no es musa,
Somos el remedo de una historia de amor
algo así como una verdad a medias, una voz que nadie escucha.
Eso somos tu y yo, dos conocidos que se desconocen,
Un par de flores distanciadas, ilusas, esperando un roce.
Mujer, no somos nada
esperar algo de nosotros es como esperar un milagro,
somos soda sin gas, un canto sordo, una estrella fugaz,
El deseo de un niño que creció y una historia que terminó mal.
Somos pluma sin tinta,
Dinamita sin mechero, Una luna en el día,
y en la noche solo un deseo.
Somos un pasado muerto y un futuro incierto,
Somos solo personas, somos solo miradas,
Somos solo palabras que se ha llevado el viento.