Riesgo

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Se quedó en la puerta esperando, las pisadas en el marco empezaban a madurar, la noche fría y el hogar cálido libraban sus batallas desde su pecho hasta su espalda, nadie sabia que debía suceder, un versículo bíblico le animaba a dar un paso al frente, mientras yo le animaba a largarse con la mirada, pero sólo nos quedamos mirándonos como sí hubiera más que sexo sobre la cama, el espacio se torció, las miradas cayeron al suelo resbalándose entre las patas de la mesa que crujían al oir las respiraciones entrecortadas mientras se llenaba de inquietud la habitación. Seguíamos ahí, ambos apretando la quijada y el abdomen, tomando al tiempo de rehén, escapando de los segundos que abatían la noche cuando uno se dormía, despertándonos de la realidad.

sus pestañas caían una por una, un cuento interminable que no duro ni la mitad de un segundo, no fue tan infinito como se esperaba de una noche lluviosa, las miradas regresaron, el reloj sonaba de nuevo, la silla cayó y ella dio un paso al frente, corrimos o caminamos, nunca lo supe, las bocas chocaron desesperadas y los corintios se fundieron bajo las sabanas. Y en efecto había algo más en esa cama, algo que siempre nos hacia irnos, algo que siempre nos hacia volver, había pasión, estaban sus miradas, las treguas de los vientos, había rencor y pellejos que se les iban cayendo a las bestias de Eros con cada orgasmo, había algo más en esa cama, había odio, había amor y la resignación de girar sobre un circulo, siempre en el mismo sentido, no sé de qué iban esos labios, no sé que intensiones tenían esas sonrisas, pero tampoco importaban, esperarla tanto para una traición, una burla o un verdadero amor ya daba igual, recuperarme por unos segundos mientras me sentía suyo, bastaba para lo que vendría después.

a la vuelta del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora