2.- SEXO-ADICCIÓN.

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Salí de la avenida conduciendo muy despacio. Aunque tenía presente el tono de sensual provocación en la voz de Luhan cuando dijo "adonde tú quieras", no podía tomar la iniciativa de llevarlo a una habitación privada sin ratificarlo. Dentro de los preceptos ineludibles de la seducción estaba el de nunca mostrarse demasiado ansioso y el de parecer dispuesto a conversar indefinidamente como todo un bien intencionado amigo.

Sobre la calzada observé la indicación de un próximo centro comercial. Accioné el freno y viré con cuidado para subir por la rampa del estacionamiento. Detuve el automóvil en un cajón alejado de la entrada del supermercado y apagué el motor. Con las ventanas cerradas y el coche inmóvil se presentó un tenso pero fraternal silencio.

—¿Qué vas a comprar?

—Nada... —titubeé como un adolescente desmañado y el contrario sonrió para darme confianza.

—Luhan... —recomencé—: lo que te dije mientras bailábamos.. . es cierto. Desde hace meses sueño con estar contigo. Eres la mayor ilusión de mi vida. Nunca tuve el valor de confesártelo pero he sido tu gran admirador anónimo durante meses...

Se me apagó la voz. No quería cometer ningún error y eso me hacía sentir más tenso de lo normal.

—Gracias por sacarme de esa fiesta —murmuró—. Necesitaba platicar con alguien que me apreciara...

Mis manos jugueteaban pasando las llaves de un lado a otro. Ésta era la parte más difícil de la conquista. También era la más emocionante y peligrosa. Debía besarlo, pero, ¿cómo franquear ese metro de asiento que nos separaba?

—Vamos a comprar una botella. Me gustaría brindar por nuestra amistad.

Asintió. Salí del auto excesivamente rápido. Sólo necesitaba estar cerca de él... Le di la vuelta al coche y abrí su portezuela; me tendió la mano para ponerse de pie. No retrocedí ni un centímetro.

—¿Vamos? —sugirió.

—No tienes idea de cómo me gustas, Luhan.

Estábamos en la posición perfecta, pero no quiso levantar la cara.

—Vamos —repitió.

"¡Maldición, vamos!", pensé. Cerré el coche y caminé a su lado. Lo abracé por la espalda sin conseguir que cooperara.

Compré vasos desechables, botanas, refrescos de cola y una botella mediana de brandy. Al entregarle el dinero a la cajera vi los sobres de preservativos al lado de mi amigo. Hubiera sido imposible tomar uno sin que se diera cuenta. Chasqueé la boca. Hacer el amor sin protección era apostar el todo por muy poco, y ya me estaba cansando de esas emociones. Moví la cabeza después. ¿Quién me había dicho que me saldría con la mía? Sonreí. En todo caso los juegos en los que se arriesga más son los que más se disfrutan.

De regreso hacia el coche la abracé nuevamente y sentí cómo esta vez aceptaba la caricia refugiándose en mi abrazo.

Antes de introducir la llave en la chapa volví a intentarlo.

—Me gustaría tener aquí mi carpeta de apuntes para mostrarte unos dibujos que he hecho... de tu perfil. ¿Nunca notaste que en algunas clases me sentaba cerca de ti para contemplarte? —sonreí y bajé la vista—. No atendía al profesor, sólo te dibujaba...

Cuando volví a levantar los ojos, el adverso me miraba muy fijo con la boca entreabierta en un gesto de ternura. Me acerqué despacio y rocé con mis labios sus labios cálidos. Dejé caer las bolsas del mercado a nuestros pies; la botella hizo un ruido sordo al chocar con el piso. No me inmuté. Apreté mi boca contra la suya para hallar la enloquecedora humedad de su lengua. Fue un beso impetuoso, cargado de verdadera pasión. Lo abracé fuertemente y acaricié su cabello, su espalda. Sentí el deseo crecer como un ente incontrolable y cerré los ojos para entregarme por completo al movimiento sensual.

Jóvenes en delirio. [ ChanBaek // BaekYeol ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora