4.- "VIVE LA VIDA MIENTRAS SEAS JOVEN".

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Salí del consultorio una hora después. Frente a una humeante taza de café el chico de la entrada aguardaba que el médico terminara su última consulta para poder retirarse. Pagué los honorarios fingiendo premura y quise huir del lugar inmediatamente, deseoso de que no se fijara mucho en mí.

—¿Tu próxima cita para qué día la anoto? —preguntó cuando ya me escabullía.

Di la vuelta nervioso, con la cabeza agachada, pero al hacerlo derramé café sobre el escritorio.

"¡Estúpido, estúpido!", me dije una y otra vez conduciendo el automóvil de regreso a casa.
Extraje un CD de la cajuela de guantes y con violencia lo introduje al aparato de sonido.
Había una larga fila de vehículos delante del mío. Los coches avanzaron tres metros. Traté de calmarme. Aceleré dos segundos y volví a frenar cooperando con la lenta, desesperante, procesión de la autopista. Miré el reloj sin poder reprimir un largo suspiro. A ese paso tardaría más de cincuenta minutos en llegar a casa. Pero estaba bien. Necesitaba tiempo para meditar. Comenzó a escucharse música electrónica ambiental. Traté de reconstruir en mi mente lo sucedido esa tarde. Todo era digno de análisis. Desde las extrañas recomendaciones del médico hasta el penoso accidente del café.

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—¿Duele?

—Mucho —contesté.

El doctor, con guantes y algodón en mano, agachado trataba de identificar la naturaleza de mis llagas que, por cierto, se hacían cada vez más intolerables. Las pústulas habían reventado la epidermis y supuraban un líquido blancuzco. Eché un vistazo con cierta repugnancia. ¿Por qué me había pasado esto? La piel enrojecida en toda la zona parecía a punto de reventar y, después de ser apretada por los dedos del terapeuta, las gotas de pus corrían hacia abajo, dejando unos hilillos brillantes antes de perderse entre la vellosidad.

—¿Sabe qué tengo, doctor?

—Sí... aunque parece que esto es obra de dos o más microorganismos distintos.

—¡Maldición! —espeté.

—¿Quién te contagió?

—No lo sé. Pudo haber sido una prostituta hace tres meses o alguna de las chicas con las que he tenido sexo los últimos días.

El doctor JungHee movió la cabeza.

—Debes informar a tus amigas para que se revisen... y procurar tener una vida sexual más moderada.

Su comentario me incomodó.

—Mi vida sexual es perfectamente normal —respondí—. Todos los jóvenes llevamos una similar.

—¿Y por qué?

Me encogí de hombros sin ganas de discutir eso.

—¿Sólo por placer? —insistió el hombre.

—En parte —contesté—. Aunque creo que nuestra verdadera meta es aprender. Todos sabemos que debemos adquirir suficiente experiencia mientras seamos solteros para poder satisfacer a nuestras parejas en el futuro.

Me miró con fijeza y cruzó las manos sobre su carpeta haciendo una pausa en la redacción de mi historia clínica. El repentino interés que adiviné en su rostro me dio ánimo para alzar la voz:

—Las mujeres y sumisos también se "entrenan" intensamente. Ninguno quiere llegar con los ojos vendados al matrimonio, como ocurría antaño. Además, existe una enorme competencia entre amigos respecto a quién es mejor en la cama y sólo un tonto se quedaría atrás mientras los demás se superan.

Jóvenes en delirio. [ ChanBaek // BaekYeol ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora