3.- INFECCIÓN VENÉREA.

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Aun debajo de las sábanas las imágenes mentales volvían a hacerme presa fácil. Salté de mi cama, fui al baño y me mojé la cara. ¡No era posible que mi perversión llegara al grado de seguir recreándome en los recuerdos de ese joven desnudo justo cuando, además de haber comprobado un serio problema de codependencia, había pescado una enfermedad venérea!.

Me sequé la cara con la toalla de mano. 

¿Y si era sida? Tragué saliva angustiado mirándome al espejo.

Pocos meses atrás había conocido ese mal en forma directa. Un primo mío se consumió y apagó ante los ojos de toda la familia, como una flor marchita, sin que nadie pudiese hacer nada por ayudarlo; bajó de peso y adquirió una infección pulmonar que literalmente lo fulminó. Antes de que expirara, fuimos a verlo al hospital; para entrar se exigían las más impresionantes precauciones, entre otras un traje desechable con el que la visita se envolvía en forma total. Mi primo parecía no sólo física sino psicológicamente acabado. Cargaba en la conciencia el drama de tener sólo treinta y dos años y haber adquirido la enfermedad antes de casarse. Los estudios sanguíneos no la detectaron y los primeros síntomas aparecieron después de nacer su primer hijo (ya infectado) y cuando su esposa (infectada también) se hallaba embarazada del segundo. Fue una verdadera tragedia. Y mi primo no era homosexual o drogadicto; era simplemente un joven como cualquier otro que de soltero solía seducir a sus amigas y visitar ocasionalmente a las prostitutas.

Me froté el cabello angustiado. Historias como ésa eran casos extremos y no se necesitaba ser un genio para entender que ninguno que guste de variar su pareja sexual está exento de protagonizar una parecida. ¡Aquel virus funesto puede adquirirse y albergarse en estado latente por varios años sin que su portador lo sepa...!

Era sábado, y aunque aún no daban las siete de la mañana, me apresuré a marcar el teléfono de YiFan.

Una voz gutural me contestó desganada.

—¿Bueno?

—Soy Park ChanYeol. Disculpa que te llame a esta hora pero necesito consultarte algo...

Hubo un silencio incómodo en la línea.

—¿De qué se trata...? —el tono de mi interlocutor se oía formal. Ahora no éramos dos compañeros de juerga animados por el sarao, sino un pupilo imprudente y un profesor fastidiado—. Ayer te escapaste de la fiesta con Luhan muy temprano —comentó—, ¿les ocurrió algo?

—No, es sólo que... Me siento muy mal. Temo que pesqué una enfermedad venérea...

—¿Qué es lo que te pasa?

—Comezón intensa, fiebre, sudoración...

—¿Nódulos linfáticos inflamados?

—El de la ingle izquierda.

—Pues tienes que ver inmediatamente a un doctor.

—¿Tú crees que sea grave?

—Puede ser tan sencillo que mañana rías de ello o tan serio que te haga llorar por el resto de tu vida... Una cosa sí es segura. Si te acostaste con Luhan él no te contagió a ti, pero tal vez tú a él sí.

—Dime lo que sabes de esto. Eres médico y amigo. No me gustaría tener que consultar a un desconocido.

—Soy biólogo. Lo que yo puedo decirte lo hallarías en un libro de texto elemental. Por Dios, no me salgas ahora con que no puedes informarte como lo haría cualquiera que supiese leer...

—Puedo hacer eso, pero no creo que me ayude mucho.

—¡Pues consulta a un maldito médico! Es antisocial, estúpido y peligroso no buscar ayuda cuando sospechas tener una enfermedad de esa clase. ¿Estás enterado de que tu responsabilidad no termina con curarte sino que además debes avisar a todas las personas con las que te has acostado en el último año, para que éstas a su vez avisen a quienes han compartido el lecho con ellas? ¡Hay individuos que prefieren no atenderse con tal de que nadie sepa su problema! La sífilis, por ejemplo, se manifiesta con un grano sumamente contagioso que no produce dolor. Muchos firman su sentencia de muerte tolerando el chancro y permitiendo que la enfermedad avance a etapas superiores. Lo peor es que algunas mujeres no se dan cuenta de lo que tienen porque les brota en el interior del cuello uterino. Lo siento, ChanYeol, pero si me llamaste para un consejo: atiéndete. Nada más. Los padecimientos venéreos suelen venir acompañados de una fuerte carga de vergüenza y culpa. Por eso la mayoría lo piensa mucho para ir al médico y pierde un tiempo valioso. En algunos casos al avanzar a las fases de mayor peligro desaparecen los primeros síntomas, el enfermo se cree curado y guarda su secreto propiciando así terribles epidemias...

Jóvenes en delirio. [ ChanBaek // BaekYeol ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora