Día 1: Noche de teatro

52 1 2
                                    

Hacía un frío endemoniado esa noche. Lo primero que pensé fue que no debí haber llevado puesto un vestido, pues mis piernas se estaban congelando con la brisa helada. Y pensar que hacía tan solo un par de horas, la ciudad de Caracas había llegado a los treinta y dos grados. Con razón todo el mundo estaba pescando la gripe, ¡con aquellos cambios de temperatura! Nunca terminaría de acostumbrarme al trópico. Extrañaba tanto Londres...

El estridente ruido de una bocina me trajo de vuelta a la realidad de un susto. Alguien gritó mi nombre y cuando levanté la mirada, me encontré con mi amiga que agitaba su brazo desde la ventana del conductor de un Aveo color vinotinto.

- ¡Victoria!-. Me gritó.- ¡Muévete, chama*!-.

Me apresuré, abrí la puerta del copiloto y me introduje en el vehículo, mientras algunos carros pitaban desde atrás para que Belén, mi amiga, avanzara. El semáforo ya había cambiado a verde. Apenas cerré mi puerta, Belén apretó el acelerador y dio una brusca vuelta para poder tomar la entrada del estacionamiento del Centro Comercial Paseo las Mercedes. Cuando recogió su ticket y vislumbró un puesto donde estacionarse, fue que notó mi existencia.

- Disculpa, chama, el día ha sido un desastre y me asusté porque venía con retraso.- Apagó el carro cuando terminó de estacionar.- ¿Cómo te ha ido?-.

- Tranquila. Aparte de aguantar el sereno de la noche, todo bien.- Le dije, colocándome mi chaqueta blanca por encima del poco abrigador vestido.- ¿Ya empezó la obra?-.

- Llegamos en la línea.- Anunció ella, confirmando que eran las siete con cincuentaisiete minutos de la noche, mientras que la obra que íbamos a ver comenzaba a las ocho.- Menos mal que aparté las entradas.-

Nuestros tacones resonaron por todo el estacionamiento mientras nos apresurábamos para llegar al teatro que había en el piso de abajo del centro comercial. A esa hora, era prácticamente lo único que estaba abierto. Los negocios cerraban temprano en esa ciudad.

- ¿Te ha escrito?-. Me preguntó de repente.-

Al ver mi cara de fastidio, ella arrugó la cara con un gesto cómico.

- ¡Lo que le espera al desgraciado!-. Rió.- Tranquila, Victoria, los hombres son una cosa seria. ¡Sólo mira al idiota de mi hermano! Le recordé durante toda la semana lo de hoy, incluso le dije que ibas, y el condenado no había llegado aún a la casa cuando yo llegué. No sé en dónde anda tampoco.-

- Ya te iba a preguntar por él. Es una lástima, sabe que me voy mañana.-

- Él se lo pierde.-

Belén era una muchacha alta y morena, de contextura atlética y con unos cabellos rizados que caían sobre sus hombros alocadamente, dándole una apariencia divertidamente despreocupada y atractiva. De día trabajaba como productora audiovisual en un canal de televisión, y sus noches solían estar siempre ocupadas por las muchas invitaciones que recibía de sus muchos amigos. Me sentía afortunada de que decidiera concederme un rato agradable con ella antes de que me fuera.

Sostuve su diminuta cartera para que ella buscara con ambas manos nuestras entradas mientras el muchacho de la recepción nos miraba con educada impaciencia. Después de todo, teníamos una fila de gente detrás que también quería entrar a la sala. Me acordé que Belén se había emocionado mucho por los actores que iban a participar en la obra, sobretodo por la actriz principal: Tatiana Leonardi. Cuando por fin entregamos nuestras entradas y pasamos a buscar nuestras butacas, Belén no paraba de mencionarla.

- Te va a encantar. No hay mejor manera de despedirse de Caracas que viendo a esa mujer actuar en un drama. ¡Tocan temas tan poderosos! El otro día la vi en el canal y hablamos un rato. Esa señora es una profesional; con todo y que tiene dos hijos y se ocupa de su casa, siempre tiene tiempo para hacer varios trabajos a la vez.-

El Confesionario #JustWriteIt #FreshStartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora