Día 2: El buen Jonathan

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Cuando por fin salimos del teatro, Belén estaba tan aturdida que me pidió conducir a mí. Prácticamente me rogó que me quedara aquella noche en su casa. Obviamente,ella no estaba en condiciones de dejarme en mi departamento, por lo que acepté.Ninguna dijo palabra en todo el camino, pero tomé su mano y la apreté bien fuerte después de que estacioné en su garaje. Nos quedamos así cerca de un minuto, con las miradas perdidas al frente.     

- No puedo creer lo que pasó. Todo fue tan irreal...-. Pasó sus manos por su espeso cabello.- ¡Ayer mismo vi a Tatiana! Se veía tan... tan feliz. No puedo entender por qué haría algo como eso.-

- Tal vez sufría un trastorno que nadie notó.- Dije con voz queda. No me apetecía hablar demasiado del tema.-

Belén movió negativamente la cabeza con insistencia.

- No. Tatiana era una persona realmente feliz. El mundo podría estarse cayendo a su alrededor y ella haría una fiesta con los desechos de la catástrofe. Era la persona más optimista y aguerrida que había conocido en mi vida.- Tapó su boca y noté que sus ojos estaban algo aguados.- Yo la admiraba mucho.-

Su teléfono empezó a sonar y, tras ver de quién se trataba en el identificador de llamadas, contestó rápidamente.

- ¡Papá! Sí, sí, estamos bien... Ya en la casa. Sí... ¿Estás ahí?  Vale... Por favor cuídate mucho. Trataré de esperarte despierta....-. Asintió a algo que él le dijo.- Sí...Nos vemos.- Me miró.- Lo llamaron hace una hora y le pidieron que ayudara en el caso.-

El padre de Belén, si mal no recordaba, trabajaba como policía. No solía hablar mucho con ese señor, al menos no de su trabajo. Lo había visto un par de veces con su uniforme, pero no recordaba muy bien su cargo. Decidí no preguntar y  llevar a Belén adentro antes de que se desmayara por la impresión que habíamos sufrido. Mientras colocaba las llaves en la cerradura, escuché un ruido como si alguien la abriera desde adentro. "Seguro su madre estaba preocupada", pensé.

Pero quien me abrió la puerta no fue la madre de Belén, sino su hermano. Hacía un par de años que no veía al buen Jonathan. Era muy parecido a su hermana, al menos en su altura y contextura, pero su estilo austero y sencillo contrastaba mucho con el llamativo de Belén.

- Victoria, ¿se encuentran bien?-.

Desde que estábamos en la universidad, Jonathan tenía la extraña costumbre de dirigirse directamente a mí cuando Belén y yo estábamos juntas. Él decía que siempre me había visto como la más responsable y confiable de las amigas de su hermana, cosa que yo apreciaba. Pero en ese momento solo quería pedirles prestada una cama y echarme a dormir hasta el siguiente siglo. De repente, me di cuenta de lo agotada que realmente estaba.

Jonathan permitió que Belén se apoyara de él para entrar a la casa, y pronto su madre bajó apresuradamente las escaleras hasta el recibidor y la envolvió en sus brazos. Los tres compartían los cabellos oscuros y la tez bronceada.

- ¡Ay, hija! ¡Cuando nos llegó la noticia por las redes no supimos qué hacer! Gracias a Dios llamaron a tu papá para que fuera a ver la situación allá. ¿Estás bien? ¡Victoria! ¿Supongo que te quedarás hoy, verdad? ¡Cómo no, si ya es más de medianoche! Pasen, pasen y siéntense, niñas.- Era lindo ser llamada "niña" por la Sra. Cortés.- ¿Qué fue lo que pasó ahí, hija?-.

- No sabemos, mamá.- Respondió Belén, ya echada en el sofá.- Todo lo que vimos fue que la obra terminó con las luces apagadas. Oímos un golpe extraño, pero supusimos que era un efecto para dar a entender que el personaje de Tatiana había caído muerta.- Su voz de quebró un poco.- Oh, Dios mío, los otros dos estaban muertos desde antes...-.

El Confesionario #JustWriteIt #FreshStartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora