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Día 8, 9 y 10: El día de Melanie

El Sr. Cortés arrojó el sobre en la mesa de su sala y, haciendo caso omiso a la emoción con la que Jonathan lo abría, se dispuso a sentarse en su sillón personal, esperando a que la cena estuviera lista. Sus ojos revelaban un agotamiento enternecedor.

- Conoces las reglas, si vas a sacarle copia, hazlo ya.- Le advirtió a Jonathan.- Al comisario no le gusta...-.

- Al comisario no le gusta que yo me inmiscuya en sus asuntos, lo sé.- Lo interrumpió él, dado que había escuchado el mismo sermón infinidad de veces.-

- ¿Vas a llevar a Victoria a su casa?-.

- ¿Para qué? ¿Para que se ahogue en llanto y se ponga a pensar en cualquier cantidad de cosas horribles? Está mejor aquí con nosotros, Belén puede hacerle compañía.-

- Jonathan, no tengo problema en quedarme, pero debo ir a buscar algunas cosas a mi departamento por lo menos.- Empecé a decir yo.-

- Iremos después de cenar.- Me respondió, sin apartar la vista de los papeles que ahora devoraba ávidamente.- ¿Quién rayos transcribió los testimonios?-.

- El transcriptor es nuevo. Es su primera semana.-

- ¡Ah, perfecto!-. Reviró los ojos.- Dile al comisario que hasta yo puedo hacer un mejor trabajo.-

- ¿Ves por qué no lo dejan acercarse a ningún caso?-. Bromeó su padre, tratando de hacerme reír. Le dediqué una breve y sincera sonrisa.-

Jonathan ignoró el comentario. Se aclaró la garganta y se dispuso a leer el informe.

- A los trece días del mes de Septiembre del año en curso, la ciudadana Yazenia Toledo, empleada de servicio, dio cuenta mediante Acta de Intervención Policial, que el día 12/09/15, a las 14:35 horas, su contratadora Melanie Montiel abandonó su residencia en la Urb. Los Ruices, Quinta Gamora, para asistir al estreno de una obra de teatro en donde la susodicha prestaría su participación actoral.-

- ¿Fueron hasta su casa?-. Pregunté.-

- Es el procedimiento, linda.- Me explicó el Sr. Cortés.- La Srta. Montiel no tenía familia en la ciudad a excepción de una hermana, que casualmente está de viaje. En su casa solo estaba la señora de limpieza, y fue un rollo hacer que esa mujer dijera algo coherente. En el informe está el interrogatorio.-

Jonathan se aclaró la garganta de nuevo, como implorando (o exigiendo) que no se le interrumpiera. Nos informó que justamente pasaría a leer el interrogatorio.

- Puedes leerlo cuanto quieras, no son más que cosas de rutina.- El Sr. Cortés agitó una mano, restándole importancia al asunto.-

Sin embargo, yo escuché con total atención. La voz de Jonathan era tan clara que casi podía imaginarme a Yazenia, emocionada y aterrada por lo ocurrido. Podía verla con un trapo de cocina sucio en sus manos y un delantal mojado, respondiendo a las preguntas del oficial sobre qué había hecho Melanie aquél día...

<<La señorita se despertó temprano, como a eso de las seis. No tomó desayuno hasta que se lo subí a su cuarto a las ocho y media, cuando la encontré haciendo sus estiramientos matutinos, que nunca se los saltaba por nada del mundo. Me dijo que no la molestara porque se estaba concentrando para aquella tarde, debido al estreno de la obra. Fui directo a la cocina, dejé descongelando el pollo para el almuerzo y me fui a mi cuarto (en el piso inferior) a planchar algunos de sus vestidos.

Unos ruidos extraños me llamaron la atención, como si se hubiera roto algo al caer al piso. Escuché a la señorita bajar apurada las escaleras, agarró sus llaves y salió disparada para la calle. No me avisó para dónde iba. Cuando vi mi reloj en la mesita de noche, eran las once y veinte. Me asomé por la ventana de la cocina y vi que se había llevado su carro; me pregunté si debería cocinar el almuerzo por si volvía hambrienta. Me extrañó que saliera, pues cuando había un estreno la señorita solía permanecer encerrada, meditando y practicando. Terminé de cocinar el pollo y me volví a asomar para ver si llegaba. Vi que su carro estaba estacionado en la acera de enfrente, con la Srta. Melanie adentro, charlando con un hombre.