Genial. Simplemente genial. Creo que soy la única en este lugar que se pierde por el bosque. Encima hacia frío, y estaba oscuro... mal día deje mi teléfono móvil en la casa.
Por evitar a Leo y sus nuevos amigos me equivoqué de camino y ahora no sabía dónde mierda estaba. Una lechuza ululó a lo lejos. Los grillos cantaban. Una serpiente reptó cerca mía. Espera, ¿qué? Quedé inmóvil, ni siquiera me atrevía a mirar hacia abajo para asegurarme de que en verdad era una serpiente.
Pasado un rato en silencio, miré al suelo, aterrorizada. No veía nada (tampoco podía ver mucho con esta luz), así que decidí seguir. Otra vez el ruido. Paré en seco. Silencio. Volví a moverme. Ruido. Pero no estaba tan segura de que fuera una serpiente. Miré hacia abajo forzando la vista. No podía ser. Me agaché y recogí el trozo de plástico que tenía enganchado en el pie. Esto era lo que hacía el ruido de serpiente al moverme.
El Universo marca otro tanto. Lancé el plástico lejos y continué mi camino a ninguna parte con resignación. Estaba aterrorizada, nunca me había gustado estar sola en medio de la naturaleza, ¡y menos de noche!
-¡Aquí estás!- exclamó alguien poniendo sus manos en mis hombros.
El grito que salió de mi no fue normal. Me giré y le pegué un puñetazo al desconocido sin pensármelo dos veces, con la adrenalina corriendo por mis venas. El chico se desequilibró pero consiguió mantenerse erguido, mirándome horrorizado y con una mano en su mejilla.
-¡¿A qué viene eso?! ¡Encima de que vengo a rescatarte! -se quejó.
-¿R-rescatarme?
Le quité la linterna que traía en la mano y le apunté directamente. Se tapó los ojos lanzando improperios, pero pude reconocerlo fácilmente. Era el chico que estaba con mis hermanos y que se había reído de mi sarcasmo. Le miré confundida mientras le devolvía la linterna.
-¿Qué haces aquí? Ni siquiera te conozco. Y estaba perfectamente sola.- dije cruzándome de brazos. No necesitaba a nadie para volver, no era una damisela en apuros o algo así.
No seas terca y deja que te guíe. Admite que estabas perdida. Cerebro, no eres bueno en lo que respecta a los consejos.
-Cuando saliste corriendo, nos dimos cuenta de que tomaste el camino equivocado. Y me tocó a mí venir a buscarte, que soy el que mejor conoce el bosque.- sonrió con superioridad- A demás, nadie quería venir.- añadió.
Rodé los ojos y seguí caminando. No tenía por qué soportar esto.
-¡Por ahí no es!- gritó.
-¡Me da igual!
-¡En esa dirección hay una cueva con osos!
Frené. ¿O-o-osos? ¡¿A dónde mierda me habían traído mis padres?! Solo a ellos se les ocurre venir a un sitio con osos. Rodé los ojos y me di la vuelta. Caminé en la dirección del chico sin nombre aparente. Él me sonreía esperando que llegase a su lado. Agh, era detestable la felicidad que emanaba por los poros. Estábamos en mitad del bosque, de noche, a no-se-cuántos kilómetros de la cabaña, o incluso de una casa. ¿Por qué sonreía?
-Vale, sabelotodo, ilumina mi camino.
Rió bajito y empezó a caminar. Le seguí con resignación. Por lo menos no estaría sola. Y era guapo.
Superficial. No necesito tú opinión.
Caminamos al rededor de 5 minutos sin que ninguno dijese nada. Lo único que llenaba el silencio eran nuestras pisadas, el vuelo de un pájaro y el aullido de un lobo...
Dios, haz que llegue a salvo a casa y juro que haré caso a mi madre, no pelearé con mis hermanos, seré mas amable... a quién quiero engañar. Mejor me callo, vayamos a que te lo creas.
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No me provoques diabetes, por favor.
HumorSi comenzara a escribir una historia, ¿sobre qué escribiría? ¿Sobre una hermosa princesa atrapada en su torre, custodiada por un dragón? ¿Sobre un caballero de brillante armadura que la rescataría? Eso está muy visto. ¿Y si contara una historia dife...