Capítulo 8

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¿No te ha dicho que la dejes?

Desperté en la habitación de Alfredo. Las cortinas estaban echadas y él no estaba por ninguna parte de la habitación.
Me levanté de la cama y salí al pasillo. Estaba completamente desierto, así que corrí y me encerré en el baño. Me sorprendí al verme en el espejo. El hematoma de mi cara aún estaba ahí, y parecía no querer irse nunca. Mi labio inferior estaba menos hinchado pero seguía morado. Mi pelo era un auténtico desastre. Y no hablemos de la ropa. Ropa de Justin.
Salí del baño y como si la mañana no fuera a ir peor choqué de bruces con alguien.

- Lo.. Siento - Dije cuando me di cuenta de que era Justin.

- La princesa se despertó. - Dijo con sarcasmo. - Genial, porque tengo que marcharme. - Abrí los ojos como platos. ¿Me dejaba sola? - Ni se te ocurra escaparte porque acabaré encontrándote y con una bala en la cabeza. ¿Lo has entendido, princesa? - Asentí. - Bien. Te he dejado ropa en tu habitación. Duchate y haz algo con estos pelos - Dijo cogiendo un mechón y me estremecí. Justin lo notó y soltó el mechón. - Vendré a recogerte en una hora. - Y con eso se marchó bajando las escaleras.
Llegue a la habitación y me encontré tres enormes bolsas de papel en la cama. Dentro de ella había ropa, ropa interior, maquillaje y varios zapatos

- ¿Por qué me ha comprado todo esto? - Susurré. - ¿Como mierda sabe mi talla de sujetador?

Cogí unos pantalones negros, una camiseta que dejaba mi estómago al descubierto y la ropa interior. Me di una larga y relajante ducha y me eche crema hidratante que encontré en una de las bolsas, masajeandome donde me dolía. Me vestí y me escondí los hematomas del estómago y la cara con maquillaje. La magia del maquillaje. Me peine y al fin mi pelo volvía a ser el de antes. Me puse una chaqueta de cuero y salí de la habitación. Aún no llegaba Justin.
Comencé a caminar por los pasillos de la casa, había cuadros abstractos colgados por toda la pared, daban un poco de miedo. La casa no era fría, los colores de las paredes la hacían fría. Pasé por unas cuantas habitaciones casi todas tenían objetos rotos como si un huracán hubiese pasado por allí destruyendo todo a su paso. Un escalofrío paso por mi cuerpo cuando pase delante de una habitación. Maldecí mi curiosidad mientras entraba caminando lentamente. Era la habitación de Justin. Tenía una enorme cama, las paredes eran color blanco con rayas negras. Visualicé una estantería con algunas fotos, la primera era una mujer bastante joven de alrededor de unos veinte años con un niño pequeño de la mano y supuse que era Justin, se veía tan feliz. La segunda eran una niña más o menos de siete años y un niño de cinco abrazados, el pequeño se parecía bastante a Justin. Las demás fotografias eran de las mismas personas y lo que me sorprendió es no ver ninguna de la que fue su novia.
En mitad de la gran habitación había un piano de cola, recordé cuando mi madre me enseñó a tocarlo. Caminé hacía el y pasé los dedos encima de las teclas suavemente mientras tenía los ojos cerrados. Me senté en la silla y comencé a tocar. Se sentía tan bien. Abrí los ojos cuando noté que alguien estaba a mi lado.

- Te ves preciosa princesa - susurró Justin en mi oido haciendome estremecer - Pero es hora de irnos y no hay algo que más odie que alguien entre en mi habitacion si no es para hacer otro tipo de cosas - dijo bajando la tapa y me levanté bruscamente de la silla. - ¿Qué se supone que haces? - dijo gruñiendo.

- ¿No nos ibamos? - dije girandome mientras salía de la habitacion.

- Vamos - dijo frio tropezando con mi hombro. Él era tan extraño. Suspiré y le seguí. Mientras conducía me giré para mirarle, llevaba la mirada pegada a la carretera, estaba relajado. Sus labios eran carnosos y su perfil perfecto. Giró para mirarme un momento y volvió la vista a la carretera. Sus ojos. Sus ojos eran de ese color miel que transmitían tanta seguridad. ¿Pero que dices, Kendall? ¿Se te olvida que te ha secuestrado? Sacudí mi cabeza para dejar atrás esos pensamientos.

- ¿Por qué me has comprado todo eso? - Pregunté sin ni siquiera pensarlo y ví como se encogía de hombros - Nunca pensé que los secuestros fueran así - dije mirandolé.

- ¿Así cómo? - Dijo sin apartar la mirada de la carretera.

- No sé.. En las peliculas el secuestrado siempre esta encerrado en algun lugar oscuro y yo estoy en una habitación muy agradable. Y el secuestrador siempre es... - Me miro elevando las cejas - quiero decir que... Nada olvidalo.

- Esto no es una película, Kendall. Me gusta hacer las cosas bien. - Se encogió de hombros. - Pero si quieres que te viole y te grite como en las películas no hay problema. - Dijo soltando una risita.

Su sonrisa. Su jodida risa era música para mis oídos. Me sonroje en a penas segundo y pasó su mano por mi mejilla.

- Te ves preciosa cuando haces eso - dijo. Me quede mirandole a los ojos perdiendome en ellos. Justin se dio cuenta de lo que estaba haciendo y apartó la mano. - Hemos llegado - dijo distante - No te separes de mí, este lugar es peligroso - Y salió del coche.

Caminé detrás de él entre la gente. Un chico se acercó a mi vacilante haciendo que mis pasos se aceleraran y acabará al lado de Justin agarrándole de la chaqueta. Pudo sentir mi miedo y colocó su mano en mi cintura pegandome a él.

- Justin - lo llamé - ¿Esto es seguro? - escuché una risita de su parte haciendome fruncir el ceño.

- Nada va a pasar, princesa - susurró en mi odio y asentí no muy segura. Justin levantó su brazo para saludar a un chico de ojos azules y pelo rubio sentado en una mesa.

- Que pasa, Ryan - El chico se levantó e hicieron un saludo.

- ¿Quién es esta preciosa chica? - Dijo besando mi mano y me sonroje.

- Es Kendall y no es preciosa. - Dijo Justin y se sentó. Wow eso dolió.

- ¿Gracias? - Dije sentándome en su lado.

- De nada. - Dijo serio y miro la carta.

Comimos mientras ellos dos hablaban y yo jugueteaba con la cremallera de mi chaqueta. No les preste atención hasta que Ryan se fue al baño.

- Ahora vuelvo. - Dijo Justin marchándose.

- Genial, dejame aquí sola, no me va a pasar nada. - Dije sarcástica. Y como si Dios me hubiese escuchado, un chico bastante borracho se sentó frente a mi.

- Que chica tan guapa. - Dijo levantando la mano para tocar la mía pero la aparté. - No me digas que eres de esas difíciles. - No dije nada. - ¿Te comió la lengua el gato? - Trague saliva. - ¿Quieres que vayamos a algún lugar mas íntimo? - Me tocó la mejilla y le aparte de un manotazo. - Así que quieres jugar.

- Dejame en paz. - Dije lo más duro que pude.

- Pero si la zorra sabe hablar. - se rió.

- ¿No te ha dicho que la dejes? - Apareció Justin. - Vete. - Su mirada asesina se notaba a kilómetros.

No sabía si era peor aguantar a este tipo o que Justin lo matará.

- Vete a al infieno, pijo de mierda. - Oh no. No, no, no, mierda.

Y sin darme un segundo para detenerlo, Justin lo agarro del cuello y lo tiro al suelo golpeándose la cabeza con este. Justin se sentó encima de él y empezó a pegarle puñetazos como un niño repartiendo golosinas. Uno, otro, otro más y otro. Joder.

- ¡PARA! ¡PARA JODER! - Grité tirando de su chaqueta pero no me hacía caso. Caí de culo en el intento. Justin se dio cuenta y me miró. Volvió a mirar al chico, se acercó a su cara ensangrentada y le susurro:

- Vuelve a llamarla zorra y acabarás muerto hijo de puta.

Revenge - {Justin Bieber & Kendall Jenner}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora