03│Los Reyes nunca mueren.

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Chicago, Illinois.

Día actual.

Trabajar para un hombre tan poderoso es todo menos sencillo, y menos cuando le debes tanto

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Trabajar para un hombre tan poderoso es todo menos sencillo, y menos cuando le debes tanto. Mónaco le ha dejado otro encargo a su pupilo preferido, pero ésta vez—casi le ha exigido— que Hunter le acompañe.

Les ha citado en la bodega. Al moreno nunca le ha gustado dar órdenes tan específicas por teléfono, aunque Harry lo preferiría de ese modo o que tal vez enviara algún mensaje de texto; pero todos los que trabajan para Smith son bastante conscientes de que éste no puede permitirse hacer algo tan mundano como acudir al móvil. El FBI le ha hecho temer hasta de su propia sombra y últimamente le ha entrado la paranoia de que puedan estar rastreando las llamadas.

Harry oculta su arma en la cinturilla del pantalón negro de mezclilla antes de cubrir sus manos con unos guantes deportivos negros de cuero, los cuales le parecen indispensables para evitar que le suden las palmas al conducir la moto.

—Te veo en la bodega— le dice su hermano por teléfono.

Acto seguido, pone en marcha su Harley. Aquella motocicleta no era una adquisición muy reciente pero, de sus pertenencias, esta es la que le hace sentir orgulloso ya que la ha conseguido con el dinero que ganó en un empleo temporal como ayudante de mecánico en un pequeño taller hace ya tiempo. Trabajo al que Mónaco le había obligado a renunciar.

En cuanto frena a Noelia —así había bautizado a su vehículo—frente al lugar de la cita, Harry puede percatarse de la presencia de un auto que le resulta familiar; pero no recuerda muy bien a quién puede pertenecer.

Está por emprender su camino a revisar el interior del coche, cuando siente una mano pesada posicionándose sobre la parte alta de su espalda logrando hacerle recordar partes nada agradables de su pasado.

— ¡Hasta que te dignas a llegar!— al reconocer la voz del hijo de Smith.

Harry logra serenarse un poco, pero ya ha revivido el recuerdo. Ahora los fantasmas de su pasado no dejarían de taladrarle la memoria el resto del día.

— ¿Qué quiere tu padre?— cuestiona el castaño, intentando localizar la cajetilla de cigarros que ha ocultado en uno de los tres bolsillos interiores con los que cuenta su chaqueta negra de cuero favorita.

—Ni puta idea. Sólo sé que está encabronado porque Reyes le ha quedado mal con la entrega en el muelle. La de la última vez.

— ¿Y qué quiere que hagamos Hunt y yo con respecto a eso?— pregunta mientras se concentra en encender un cigarro.

—Creo que no hace falta que me preguntes eso, Harry— el moreno le observa de reojo mientras ambos caminan a la oficina de Mónaco.

Brandon se posiciona frente a la puerta y da un par de golpes para avisar su llegada, pero la paciencia no es su fuerte, así que entra sin recibir el consentimiento de su padre.

Todos mis demonios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora