06│Después del reencuentro.

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Chicago, Illinois.

Día actual.

Es el timbre lo que le hace despertarse de golpe, haciéndole sentir de lleno el dolor de cabeza ocasionado por la tomadera de la noche anterior

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Es el timbre lo que le hace despertarse de golpe, haciéndole sentir de lleno el dolor de cabeza ocasionado por la tomadera de la noche anterior.

La noche anterior.

Emma.

Emma ya sabe que están en Chicago.

«Puta madre»

La insistencia en el llamado a la puerta le hacen sentir un enfado repentino. No puede ser Hunter, él tiene llaves.

—¿Qué te pasó? ¡Te he estado llamando desde hace horas!

Alex se hace paso por el apartamento. Luce furiosa y bastante angustiada. Honestamente él ni siquiera es capaz de recordar en dónde ha dejado el maldito celular al igual que tampoco logra recordar cómo llegó a su departamento.

—No tan fuerte, Weaver. No soporto la cabeza.

—¡Pues ya te está estorbando al parecer! ¿Sabes todos los escenarios que se me cruzaron por la cabeza?

Harry sólo puede observarla con un aire de gracia.

—¡No, no lo sabes!— la chica de cabello azul posa las manos en sus caderas estrechas—Si lo supieras, te habrías dignado a responder el jodido celular.

—Tranquila, pitufa.

—No me digas así.

Eso mismo le dijo Emma la noche anterior.

—De acuerdo, pero ya deja de regañarme ¿vale?

Alexandra asiente con la cabeza para proceder a cuestionarle qué era lo que había pasado con Emma; sin embargo, no logra tener imágenes del todo claras y el diálogo intercambiado está algo mutilado en su memoria.

—¿Le dirás a Hunt?

—No tengo por qué darle explicaciones.

Alexandra pone los ojos en blanco.

—Sabes que no es por ti. Es por ella.

—Precisamente. Es por ella que no pienso decirle nada al imbécil de Hunter. No hará más que asumir que tiene el camino libre para poder...

El sólo pensarlo hace que se le revuelva el estómago y sabe que tal vez está siendo demasiado egoísta, pero ésta vez no es solamente por sus celos.

—¿Para poder volver con ella?

Le cuestiona Weaver.

Un silencio tenso se instala entre ellos.

—Sí— admite en voz alta al fin. —Estaba... diferente— comenta de forma aleatoria tras recordar la imagen más reciente que tiene de la chica de ojos violeta y comienza a hacer una comparación en voz alta al instante—. Es como si la madurez le hubiese llegado de golpe, no que no fuera madura antes, me refiero a una madurez obligada. Estaba más delgada también, lo había notado antes..., pero de lejos es menos evidente y sus ojos...

Todos mis demonios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora