Capítulo 3

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¿Un problema?

Sí, ¡un problema!

Vi que la rubia se dirigía a la salida, la seguí sin quejarme. No tenía mucho que decir, había sido muy bueno para ser real; y siendo sincera, yo no atraía cosas buenas.

— Bien, puedes explicarme que sucede— empecé.

— Bueno... — susurró, inmediatamente eso confirmó mi teoría. Las cosas malas siempre me persiguen.

— ¿Qué pasa? — pregunté algo molesta y cansada al mismo tiempo.

— La señora que iba a compartir el cuarto contigo, dice que ya no necesita compartir uno— hizo una mueca— al parecer le han donado una depa.

Dice como sin poder creérselo, bueno al menos a alguien le sucede cosas buenas como esta.

— Bien... — dije malhumorada, ¿algo peor podría pasarme? Está claro que no. Es decir, no es que se me acabara de morir algún pariente, pero yo tenía todas mis esperanzas en aquella persona. Supongo que ahora me olvidaría de mi intento de pagar la deuda.

— Pero— comenzó a decir, y una pizca de esperanza se encendió en mí— como después de todo lo malo, viene lo bueno...— No es cierto, después de todo lo malo viene algo peor que te hace pensar que nada más malo podría ocurrir y es cuando algo peor aún a lo anterior ocurre— Alguien me llamó para alquilar y pagar AL CONTADO por el alquiler del departamento ¿puedes creerlo? — dio saltitos de emoción y yo la acompañé, esto debe ser un sueño, nadie así sin más paga por adelantado.

¿Será una trampa?

Déjate disfrutar tantito de felicidad.

— Pero ¿estás segura? — pregunté ya un poco más calmada, ella asintió— Y ¿cuándo nos reuniremos?

— En este mismo momento— la miré como si estuviera diciendo alguna estupidez, realmente lo creía— bueno dentro de una hora— se corrigió así misma.

Fue entonces que me di cuenta de algo, mi amiga llevaba ropa formal y no de fiesta como yo.

— Debemos ir a mi casa— propuse— no puedo ir así a una reunión, ya sabes tengo que dar buena impresión— ella solo rio dándome la razón, porque... ¡Vamos! Viviría con esa persona por un buen tiempo y obviamente mi primera buena impresión valía la pena o ¿no? — ¿Y dónde nos reuniremos? — pregunté ya en el transcurso del camino hacía mi depa.

— En tu departamento— afirmó con sencillez. Me quedé con la boca abierta de la impresión que tenía.

— Debe ser una broma— me animé en voz alta.

— No lo es, ¿por qué esa cara? — pregunto inocente.

— ¡Mi depa esta patas arriba! — respondí alarmada.

— ¿Queeeé? pero... ¡mierda! — su respuesta me asustó aún más que la situación.

— Solo aumenta la velocidad de tu auto— supliqué ignorando sus ojos acusadores.

No sé cómo le haríamos, pero debíamos al menos tratar de que mi hermoso departamento no parezca una pocilga. Después de 20 minutos en auto, salimos casi disparadas de su auto; corrimos en dirección a mi piso, llegamos y me separé de Krys. Con toda la rapidez de la que era posible comencé a lavar los platos, mientras mi amiga trataba de barrer el piso y limpiar el sofá al mismo tiempo.

Ya había pasado 29 minutos; el reloj de pared, que se encontraba en la sala, marcaba las 11: 19pm y en menos de cuarto de hora llegaría aquella persona, de quien, por cierto, no había preguntado su nombre, ni siquiera sabía si era varón o mujer, y sinceramente no me interesaba. Bueno sea quién sea lo importante es que va a resolver mi gran problema; aunque si me dieran a elegir, elegiría una chica de mi edad más o menos, para poder compartir cosas, como la venida de andrés, citas y esas cosas.

Tú no tienes citas.

Lo tendré algún día, cállate.

— ¿A quién se le ocurre hacer una reunión un sábado, casi a la media noche? — me quejé. Faltaba pocos minutos y aún no me había vestido.

"Espero que sea un impuntual", rogué internamente.

— No te quejes— gritó Krys, limpiando una que otra cosita, pues no podía ensuciarse, porque ya estaba bien cambiada. A diferencia mía, que estaba hecho un desmadre, seguía con la vestimenta de Smooth Criminal, pero sucia con alcohol, y suciedad que se me pegó, quien sabe dónde.

— ¡Pues soy la única que está haciendo aquí! — grité tan alto como pude para que me escuchará.

A ti de conchuda no hay quien te gane.

— Cierra la boca que hago lo que puedo ¿ok? — bueno creo que me lo tenía merecido, es decir, yo soy la única responsable de hacer de mi hermoso hogar un basurero.

— Ok, mi Lady— le respondo bromeando.

No vuelvo a escuchar su voz por lo que la imagino negando resignada ante la situación.

Ya había terminado de limpiar la mayor parte visible del departamento, Krys había ayudado con quitar los papeles, snacks y etc., que se encontraban en los sillones de la sala. Había terminado de limpiar el más del 50% de la casa, y ahora lucia decente; sin embargo, no podía decir lo mismo de mí. Ya me iba a cambiar con un sport elegante, elegido por mi amiga, pero el sonido del timbre de mi departamento me interrumpió.

— No te preocupes, pedí un ambientador— dijo mi acompañante al ver mi estado, suspiré y le miré mal— ¿qué? tu casa huele mal.

— ¡No es cierto! — chillé más para convencerme a mí misma.

Sabía que no había limpiado mi depa en estos últimos días, mas no significaba que tuviera tan mal olor. No necesitaba de un aromatizante... Bueno, tal vez solo un poco ayudaría.

— Solo ve a abrir— ordenó, y como no se me ocurrió decirle que vaya ella, porque yo tenía que vestirme, fui hacía la puerta como toda una niña buena que hace caso a su mamá.

Abrí la puerta, y saqué mi billetera.

— ¿Cuánto es? — pregunté con la mirada fija en mi pequeño objeto cargador de dinero y tarjetas.

— ¿Disculpa? — escuché una voz masculina, quién sea que tenga esta hermosa voz no tenía un buen oído.

— ¿Qué cuánto es de...? — me quede sin habla. Al levantar mis ojos para ver al "vendedor" me encontré con algo perfecto.

Alguien perfecto, idiota.

Viviendo con un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora