Llevamos juntos muchos años. Todos los días, aunque tú no te des cuenta, te llevo observando hora tras hora. Desde que nos reunimos al final de las escaleras del templo para ir al instituto, también cuando pasamos cerca del paseo marítimo, hasta cuando estamos sentados en clase.
Noto como las horas se te hacen eternas, pasas las clases esperando el sonido del timbre, esperando una señal que te diga que estas una hora más cerca de poder zambullirte en el agua y pasar la tarde entrenando con los demás miembros del club. Para mí, ese tiempo que a ti se te hace eterno, pasa en un suspiro. Solo con mirarte mis días se llenan de felicidad, al verte nadar siento que no necesito nada más, es suficiente para mí.
Muchos dirán que no comprenden nuestra amistad, me preguntarán una y otra vez que qué tipo de diversión le veo a estar con alguien tan callado y serio como tú. No este acuerdo con ellos, aunque no te escuchen, hablas más con la mirada que por ti mismo y tampoco eres serio, te preocupas por todos, al fin y al cabo fuiste el primero en oírme gritar el día de la tormenta y también querías que Rin pudiese ser feliz volviendo a nadar con nosotros.
Hoy en el club también te has esforzado, has disfrutado del agua y has ayudado a todos mientras entrenábamos. Como siempre, has sido el último en salir del agua. Nagisa y Rei ya se han ido a sus casas, tú acabas de salir de la piscina y aún estás mojado.
-Haru, ven aquí que te seque el pelo.
-Estoy bien así, ya se secará al viento.
-Cogerás un resfriado.
-Si lo cojo irás a mi casa a cuidarme.
Tus orejas se ven algo rojas, te hubiese gustado decirlo de manera más seria pero no has podido controlarte.
-Simplemente ven aquí a que te lo seque.
Me gusta mucho tocarte el pelo, siempre que sales de la bañera o de la piscina uso la excusa del refriado para poder estar un rato acariciándotelo. A veces parece que te vas a quedar durmiendo mientras lo hago, no me importaría que eso pasase, así podría estar horas y horas acariciándote el pelo mientras veo tu cara placentera mientras sueñas.
Insistes en que ya está seco y no necesitas que siga, te levantas y empiezas a vestirte. Sigo observándote mientras saco un tema de conversación. Seguimos hablando un rato hasta que por fin has acabado de vestirte, así que salimos de la sala del club. Nuestras casas están en la misma dirección así que no tengo que preocuparme por que nos separemos muy pronto y aún así no quiero que nos separemos.
-Haru, ¿te gustaría venir a cenar a mi casa?
-No me importaría, pero ¿está bien que vaya?
-Por supuesto, a mi madre no le importará, se pone muy contenta cuando vienes.
-Entonces iré, pero no levo pijama ni ropa de recambio.
-Ya te prestaré yo algo, por eso no tienes que preocuparte.
Mi madre nos preparó la cena la mar de encantada, siempre disfrutaba cuando venía Haru, la casa se alegraba más que otro día cualquiera, Ren y Ran se peleaban por a ver quién era el primero que jugaba con él. Al final siempre acabamos jugando los dos con ellos hasta que se dormían y mis padres los acostaban en sus camas. Después de que se acabase todo el alboroto que armaban aquellos dos la casa se tranquilizaba. Mis padres nos dejaron la bañera preparada, porque de tanto jugar con mis hermanos ninguno de los dos nos pudimos dar un baño antes, y se fueron a dormir.
Estaba en mi habitación tumbado en la cama leyendo, yo ya me había dado un baño y ahora era el turno de Haru. Tenía ganas de que saliese para poder hablar con él, ahora que todo el mundo se había acostado podríamos estar los dos tranquilos sin que nadie nos molestase.
No es que Haru usase una bañera que no fuese la suya propia mucho tiempo, no le gustaba molestar, pero conforme pasaban los años se sentía más cómodo bañándose en mi casa y lo de ocuparla por mucho tiempo empezaba a darle algo igual, es como si formase parte de la familia.
Pasó media hora y la puerta del cuarto se abrió, Haru apareció con una toalla sobre los hombros. Llevaba la ropa que le había prestado mi madre antes de entrar al baño, una de mis camisetas de manga corta y unos pantalones azules de un pijama, todo le estaba enorme ya que, aunque yo fuese menor que él, tenía una complexión algo más delgada que la mía.
-¿Has disfrutado del baño?
-Ha estado bien, gracias por la ropa.
-No tienes que darlas, de todas formas he sido yo quien te ha traído aquí sin dejar que fueses a coger ropa a tu casa-hubo un pequeño silencio antes de que siguiese hablando-. ¿Qué te gustaría que hiciésemos?
-Quiero que Makoto...que tú me seques el pelo
-¿Qué te seque el pelo? Pero si nunca quieres que te lo seque
-Me gusta cuando me secas el pelo...Aunque no lo diga
"A mí también me encanta secarte el pelo" Eso es lo que me hubiese gustado decir, pero no me atreví. Llevábamos mucho tiempo juntos, pero no me atrevía a confesarle mis sentimientos, me conformaba con estar a su lado y poder observarlo y hablar con él todos los días, simplemente así era feliz. Sé que algún día estos sentimientos rebosarán y no seré capaz de guardarlos más para mí mismo, pero hasta que ese momento llegué, disfrutaré cada segundo que pase contigo. Seguí secándote el pelo hasta que te quedaste dormido, entonces me acerqué, posé mis labios en él y susurré:
-Haru, me alegro de haberte conocido
ESTÁS LEYENDO
Desde que te conozco
FanfictionDesde siempre Makoto y Haru han tenido una relación muy estrecha, pero lo que los dos veían como una preciosa amistad empieza a convertirse algo más. Sin embargo ninguno de los dos quiere revelarle al otro sus verdaderos sentimientos temiendo que su...