4.-Canción de Inmortales

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A D V E R T E N C I A: Este capítulo contiene smut. Recomendado para mayores de 16 años. (o tal vez 18(?) )

-Ningún personaje de AHS me pertenece ni su historia, únicamente el pj OC-

¡Siento la demora! Pero otro fandom me atrapo y bueno, termine en un concierto -el mejor de mi vida- y reviviendo épocas muy bonitas de mi adolescencia. Ya se enteraran luego de que fandom hablo. N.Clover.

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Capítulo 4: Canción de inmortales.

Desde que Belphegor tenía un cuerpo solido en aquel lugar solía soñar, pero no como los humanos que tienen visiones de su subconsciente sobre lo que más anhelan o lo que ocultan, ella podía estar en oscuridad y hablar con sus hermanos.

-¿Sigues sintiéndote igual?-

-No, creo que después de tener casi 100 años aquí me comencé a acostumbrar.-

-¿Y qué hay de los placeres?-

-La comida y la música son excelentes, al igual que los libros.-

-No me refiero a eso, Belphegor-

-Ya lo sé... Pero esos son los placeres que yo disfruto, no necesito comer la piel de alguien.-

-Deberías probarlo, sé que ese cuerpo tiene sus necesidades, como cualquier otro.-

-...No...-

-Yo sé que lo harás.-

Los rayos de la luz despertaron a la chica, tenía sudor por todo su cuerpo y la pijama pegada a su piel, jadeaba y se sentía extraña más debajo de su vientre. Se levantó y noto una incómoda humedad, así que pesadamente se dirigió al baño. Si, tenía un cuerpo, no humano, solido... Pero si podía llegar a sentir excitación y esa serie de sentimientos y placer... Después de todo era un demonio.

Estaba cansada de pasar por ello, ella especialmente no era de los demonios que disfrutaran del placer carnal tan a menudo, abrió las llaves de la tina y la comenzó a llenar de agua fría.

Deslizo con cuidado las telas de su pijama y se hundió en el agua, sintiendo el alivio inmediato de deshacerse de esas sensaciones.

Al salir del baño abrió su armario, ese día hacía calor, estaban a la mitad del verano y buscando con la mirada encontró la prenda perfecta. Una blusa de chiffon vaporoso y un JSK sobre de este de la misma tela fresca, ambos de color blanco y detalles dorados. No solía usar colores claros, pero de vez en cuando hacia una excepción, sentía que así podía burlarse de los ángeles que se sentían únicos de llevar ese puro color. Trenzo su enorme cabellera y la amarro con un listón.

Mientras se vestía se quedó pensando en la conversación que tuvo con uno de sus hermanos mayores, pero no quería darle la razón, sabía que tenía la necesidad de tener sexo, sabía que quería sentir placer... Pero no lo iba a admitir, eso no tenía ningún sentido en lo que estaba planeando y no iba a dejar que cualquier humano idiota le tocara. Pero espera un momento... Había alguien que la podía tocar, alguien de quien no sentía repulsión. Tate, ese joven de ojos perdidos y de hermosos labios. Claro que se había fijado en todos sus atributos, después de todo él era la pieza que le había regalado la llave del fin del mundo... Tal vez podría agradecerle adecuadamente.

-Estaré ocupada esta noche Constance, no vendré a dormir. - la mirada de Constance se posó sorprendida en la joven azabache, mientras esta le daba de desayunar el pequeño.

Una niñera infernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora