Tres

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El sol se ocultaba y yo estaba frente al portátil en mi escritorio compartiendo unas fotos de mis nuevos dibujos y respondiendo unos mensajes.

El sonido de un mensaje nuevo se hizo presente de nuevo, hice click en la ventana de donde provenía.

Jaden Cowell: Hola, ¿qué estás haciendo?

Emily Schotz: Estoy actualizando la página de la que te hablé hoy.

Jaden Cowell: Genial, ¿cómo se llama la página?

Emily Schotz: rastrosdegrafito.com

Jaden Cowell: Interesante.

No sabía como responder a eso así que seguí respondiendo los mensajes de la página.

Jaden Cowell: jahsjshs

Emily Schotz: ¿Qué?

Jaden Cowell: Perdona, mi hermana quiso jugar en el teclado.

Emily Schotz: Tienes una hermana.

Jaden Cowell: Hermanastra en realidad, pero como la adoptaron muy chica, es mi hermana. Ella todavía no lo sabe, es un secreto, guardalo, por favor.

Emily Schotz: Está bien, pero no sé porque me lo dices a mí.

No quería sonar grosera, pero parecía serlo y por un momento iba a corregirlo pero él comenzó a escribir.

Jaden Cowell: Bueno, somos amigos, se supone que debemos saber cosas del otro.

Emily Schotz: Sí, perdona.

Jaden no envío otro mensaje, subí a mi cama para dormir, era algo temprano pero lo necesitaba.

Al despertar el cielo estaba nublado, no era raro en el pueblo pero ésta vez había niebla. Las ventanas de mi habitación están empañadas.

Salté a mi silla y moví la palanca saliendo de mi habitación, todas las ventanas de la casa estaban empañadas, asi que lo que había afuera se veía algo borroso.

Miré las escaleras hacia el segundo piso, en el que estaba mi antigua habitación, la silla que me facilitaba subir, dejó de funcionar así que cambiaron mis cosas al cuarto de huespedes, mi habitación actual.

Fui a la sala tratando de no chocar con un sillón o con una mesilla, hasta llegar a un sillón individual de piel negra.

Suspiré y salté al sillón sintiendo la comodidad en todo mi tronco y nuca.

Juré sentarme aqui en cuánto lo hubiera superado o por lo menos saber que me duele un poco menos que mi padre haya muerto.

Siempre me sentaba aquí con él, yo en las coderas y él en el asiento. Solíamos ver documentales de pingüinos o leones, ya que él sentía que eran los animales que más cuidaban a sus crías.

Una lágrima resbaló por mi mejilla y la sequé molesta, a papá no le gustaba verme llorar, quería una hija fuerte que no llorara ni por un raspón en la rodilla, no se molestaba cuando me veía llorar, pero me decía que no hay que llorar por cualquier cosa, que las personas fuertes tienen más batallas, no pueden permitirse llorar cuando hay otra batalla a la cual ir.

Salté a mi silla y regresé a mi habitación para cambiarme de ropa e ir al colegio. Me sigo preguntando porque yo sobreviví y él no.

Me puse unos jeans negros con una camisa de Blink-182 y mis Converse blancos. Que no pueda caminar no me da derecho a ir descalza.

Ciclo del Mortal | C.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora