Tatuaje

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Días después

Llevaban una semana tratando de comprender qué demonios había pasado, nunca había pasado algo como eso en la historia de los dragones, nunca se escuchó decir que un dragón compartiese su corazón con un... humano. Era verdad que ellos cuando encontraban a su pareja tenían la opción de darle la mitad al otro a cambio de obtener la de tu amante pero nunca se había visto que un dragón de apenas dos días de nacido diese voluntariamente su corazón a un humano, menos para salvarle la vida.

Estos días eran unos de los peores ya que ambos, tanto dragón como humano, no dejaban que nadie los separase, si alguien trataba de tomar al niño, el dragón comenzaba a chillar haciendo doler los oídos de todos los presentes y si alguien tomaba al dragón, el niño lloraba sin que pudiesen hacer nada para callarlo. En pocas palabras no podían sepáralos, excepto, cuando les daban de comer o cuando el niño necesitaba cambiar sus pañales.

Otra vos que notaron fue que cuando los dos niños estaban juntos él bebe pelinegro tenía su espalda inmaculadamente blanca, cosa que no era así cuando se separaba del dragón. Cuando lo cargaban alejándolo del dragón, un dibujo emergía en su piel. Un bebe dragón idéntico a Eren aparecía y lo más raro era que si Eren estaba despierto el dragón en la espalda del humano también lo estaba. No tenían idea de porque pasaba esto pero estaba claro que no querían ni podían estar separados.

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-Está volviendo- dijo Carla al ver como su hijo después de casi diez días por fin volvía a su forma humana. El hecho de que en su forma dragón arrancara la mitad de su corazón lo había dejado imposibilitado de volver a su forma humana, ahora después de tantos días por fin volvía a ver su cabello castaño y su piel morena. Lo más increíble era que el niño humano estaba en la misma cama que su hijo con sus inmensos ojos verde mercurio mirando fijamente como el dragón negro iba desapareciendo y lentamente el cuerpo humano iba tomando forma.

-He estado pensando en un nombre para el niño- dijo Kenny quien no apartaba la mirada del único humano en la habitación, su curiosidad en este caso estaba haciéndose más fuerte y sabía que las respuestas estaban todas en el niño. Esa pelusa de cabello negro se iría con él lo antes posible, aun si eso significaba tenerlo llorando toda su vida. Ese niño seria suyo.

-Eren- lloro Carla cuando este volvió nuevamente a su forma humana, lo único que tenia de diferente era la rosada cicatriz en medio de su pecho, la cual compartía junto al humano. Quiso abrazarlo pero antes de que incluso pudiese tomarlo en sus brazos este ya se encontraba estrechamente junto al humano. Los hermosos ojos azul verdosos de él solo miraban a los mercurios del humano, la risa de ambos cuando sus manos se juntaron fue contagiosa y aun cuando no quería que su hijo dependiese de un humano, sonrió ya que este era feliz con ello, Eren era feliz.

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Diecisiete años después.

- ¿Cómo estas cariño? - Pregunto una mujer quien a pesar de tener pequeñas arrugas adornando sus cansados ojos sonreía alegremente -Supongo que con frio, hace varios días ya que ha comenzado a nevar. Me gustaría tanto poder llevarte a casa y comer todos juntos como hace años atrás- su voz melancólica logro hacer que aquel con quien hablaba gruñera -Lo siento, lo siento- se rio moviendo sus manos frente a su cuerpo negando -Es solo que se siente solitario el estar y comer sola en casa- suspiro sentándose en una piedra que estaba hecha para que cualquiera que viniera a ese lugar se sentase y estuviese cómodo -Tu padre aun no pierde la esperanza de encontrar a tu sabes quién. Yo tampoco lo hago pero... con cada día que pasa siento que él está más y más lejos- otro gruñido la hizo detener sus palabras.

Cerrando la boca observo el lugar donde hace años vivía su solitario y único hijo. La cueva era grande, espaciosa ya que con el tiempo a causa de los arrebatos del muchacho esta había comenzado a resquebrajarse. Tenía que admitir que el muchacho aun así tenia buen gusto, la inmensa cueva tenía dos caminos además de la principal entrada que estaba tras una cascada, un camino llevaba a otra gran cueva que tenía grandes cantidades de paja, que era donde dormía y la otra que tras caminar mucho llevaba a una parte oculta en medio del bosque en el que vivían. Solo se podía llegar a tal lugar por medio de ese camino oculto por la cascada o... volando.

One HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora