Esta mañana vengo
de pedirle fe a Dios,
malquererme un poco menos,
enloquecer un ápice más
y tratar versos entumecidos
de tu impronta diagnosticados.Esta mañana, como cada día,
he digerido tu desamor,
trabajado en la desidia
y cobrado lo pactado:
arrugas de guerra.Hoy me he vuelto a recordar desde el otro lado del precipicio
que mañana será otro día:
estoy buscando esperanza,
se fue contigo y ni siquiera dejó una nota.Y aquí me ves,
como un idiota en el paraíso:
luchando por luchar,
por amor al arte,
por amarte
y porque sales cara:
enamorarme a primera vista
solo costó un ojo de la cara
y el resto lo mido en heridas de bala.El amor, incondicional.
El dolor, indescriptible.
El insomnio, asistido
y mi consentimiento ante la decisión
de abandonarme a mi suerte.Esta mañana
antes de arraigar tus pasos
-me coroné reina de los exiliados-
mandé cincelar mi epitafio:
"Ayer, hoy y siempre
[tuya."