Seguí mi camino como correspondería cualquier peatón en el abrumado incienso de la ciudad. Como era de costumbre, siempre portaba un par de gargantillas que aseguraban mi cordura a la vista de terceros, desconocidos o alguien que se atreva, almenos, a hablarme.
—Hey ¿A que hora se supone que tendríamos que estar allá?—
—No lo sé—
—Estoy tomando taxi, espérame que en cinco estaré ahí—
—¿Qué tal si vamos a un café?—Giré mi cabeza a mi alrededor contemplando las efímeras voces que eran escuchadas por mis oídos, no percataba mi mirada más de algunos segundos a alguien que pasaba, me daba la espalda y seguía su camino como lo es el mío.
Pero, realmente ¿Hacia donde estoy caminando?
No lo sé, todo esto rebotaba en una inmensa matriz de opiniones que, a su vez, de ser una gran cantidad y acumular mucho estrés sin duda me hacían cansar más sobre mi lento caminar en el pavimento, sigo mirando al suelo y no entiendo el por qué. ¿Será que estoy destinada a esto? ¿Por qué el mundo urbano necesita de mis pasos, de mi presencia exactamente? creo, que sólo me vestí de casa para hacer el ridículo... ¿Alguien más está viendo esto? Siento una ligera percepción de libertad en mi piel, aunque aquél ténue y delicado viento rocíe su esencia sobre mí, sigo con una nube que turbia todo pensamiento esperando a decifrar en mi pequeño procesador llamado cerebro.—¡A-Auch! . . . ¡Lo siento, es mi culpa!—
Decía, una voz desconocida que para ese entonces, estaría en el suelo atonada por una pequeña colisión con otro cuerpo, pensé que estaría entrando a otro típico trance del cual me veía fichada desde hace algunos años.—Tranquilo, me pasa a menudo y más por estos lugares—
Cité tras lo ocurrido, contemplando aquél chico joven que me tendía su mano, mientras yo sacudía mis ropas para levantarme del suelo, parecía una escena épica pues él estaría tendiendome una mano, sinónimo de esperanza y heroísmo frente a la formalidad e hipocresía de las demás personas que caminaban por este mismo cemento. Sin más tomé esa mano que me llevó nuevamente a la típica fase del ser humano la cual es estar de pié, sonreí marginalmente para aparentar no estar mal, habría algo en la mirada de aquél chico que despertaba sonidos alaridos en mi interior y que a su vez mis venas brotaban de furor, a simple estancia parecía odio pero era algo más profundo.
Aún no era capaz de recordar por qué estaba ahí, yo vivo a las afueras de todo amarillismo urbano ¿Qué me habría llevado hasta ahí? Es mucha la coincidencia que esto esté pasando, además... ¿Por qué mi conciencia está pensando esto y yo la estoy repitiendo con mi voz? Sería una completa loca si me escuchasen hablando lo que en mi galaxia interna grita y da a entender, además de hacerme preguntas a mi misma. El reloj se habría detenido en ese instante, tornaban las 7:00pm y es hora de resguardarme.
Lo curioso es que, mientras veía mis manos una vez más al igual que lo hice en aquellas escaleras es que ese chico aún seguía, adrede, viendo lo que yo hacía frente a las personas que debido a la hora se estarían dispersando un poco más librando así las calles de su peso, constante estrés.
—Creo te golpeé algo fuerte— El chico sólo recitaba de manera que yo sola podría oirle, se acercó frente a mí y me miró, algo confuso se notaba pero también muy apenado por lo sucedido.
Asentí.
Me aparté un poco y él me miró aún más apenado que antes, pude notar temor en él al ver mis ojos, tocó su pelo y fingió una sonrisa para mí que a simple vista es posible denotar que es doble.—Está bien, puedes irte— cité tras la incómoda sesión, torné mis manos de nuevo a mi abrigo y continué caminando hacia atrás, esta vez en dirección contraria de a donde iba, cambiando así mi rumbo a mi pequeño departamento sin mirar atrás un segundo o pensar como por poco lo que habría ocurrido en ese instante.
Al caminar, en las cercanías de la naturaleza que me proporcionaba estar en el lugar donde me crié y conocí a todas esas agradables personas que con el tiempo se fueron, al llegar a la puerta de mi departamento metí las manos a mis bolsillos y noté que no tenía mi carnet, pero si mi teléfono, un par de mentas y las llaves.
—Puff— Esbocé, cansada y deteriorada al darme cuenta de este problema que tendría que afrontar ahora, supongo que aquél chico " diferente " tomaría mi tétrico rectángulo de plástico que define quien soy por este país.
—¡Ring!— El teléfono sonó, una vez que yo estaba dentro, desvistiéndome para quedar en shorts sin más para darme una buena siesta, en el reloj tornaban las 10:43pm. No había comido nada, estaba débil y con esos dolores preferiría dormir pero estiré mi brazo en un cansado intento de tomar el teléfono y responder.
—¿Hola?—
Las puertas de mi habitación rechinaban y como si fuese poco sentí un escalofrío típico de las noches, esta vez más fuerte a mi alrededor justo antes de poder oir alguna voz contraria en el teléfono—¿Kathleen?— Eh, perdón por molestar bastante ya hoy... Supongo que creo que sabes quien soy. ¿Recuerdas aquél chico con el que te tropezaste en el pasaje cerca del metro?—
—¿QUÉ?— Rebozaba en mi mente ¿Pero que estaría pasando? Juré que luego de salir de aquella calle estaría lejos de esas escaleras del metro... ¿Sería otra pesadilla? ¡No logro percibir ya la realidad! ¿¡En donde estaba!?
—¿Hola?— Citó el joven chico de nuevo.
—Ah, lo siento aquí estoy. Si te recuerdo... ¿Cómo conseguiste mi número?—
—Tu carnet de identidad se cayó en nuestro ligero tropezón, llamé para informar sobre el extravío y me dieron tu número, pues quisiera devolvértelo—Suspiré nuevamente al saber que tendría que salir nuevamente y ocupar más trabajo, tiempo del mismo trabajo que podría ocupar en alguna otra cosa de la rutina de mi día a día entre-semana.
—Está bien, mañana te llamaré y entonces planteamos un lugar—
—E-ew, vale, perdón por las horas... ¡Buenas noches!— Sus últimas palabras despidiéndose.El sonido del teléfono fijo colgando contra el plástico, luego el tono repetitivo tras la acción me recordaba mucho a aquellos días donde permanecía horas bajo el teléfono hablando sin parar...
Ya ha sido buena hora de dejar de pensar por un buen tiempo en lo que mi hueco cerebro puede llegar a decifrar y desglosar desde el más mínimo movimiento, luchar con esta sipnosis diaria de verdad agota mi existencia...
Necesito dormir. . .
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eKathleen
Cerita PendekCaminar por las calles empapadas de la lluvia anual que invade este tétrico estado urbano, mi cabello se esponja como es de costumbre, no me queda más que mirar al suelo y ver como estas mismas gotas que también recorrían mi cabello, pasen por mi fr...