CAPÍTULO SIETE

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TOS SECA

          Ya había pasado más de media hora desde que nos colocamos en el extremo de la fila, Frank estaba estático pegado de la pared con los brazos cruzados, no me había hablado por todo ese tiempo. A la fila llegaron como unas veinte personas más, así que ya no éramos los últimos. Detrás de nosotros estaba un señor mayor con cabello sólo a los lados de su cabeza, sus dientes estaban amarillentos y tosía demasiadas veces para ser normal, él iba con una chica y un chico, ambos adolescentes, o quizá mucho mayores. Mi poder de adivinar la edad de las personas había desaparecido con la llegada de Frank.

—¿Me puedes decir la hora? —Me preguntó el veterano, su voz estaba ronca y un olor me llegó a la nariz cuando abrió la boca: Tabaco.

—Claro... —Llevé mi muñeca hasta mi campo de visión y miré mi reloj de pulsera—. Son las nueve veintidós.

          Un ataque de tos lo invadió.

          El chico que lo acompañaba tuvo que ayudarlo a sentarse en el suelo. La chica estaba impaciente, sus movimientos la delataban y no quitaba sus manos de su boca, mordisqueando sus uñas.

Pasaron otros diez minutos sin que Frank y yo habláramos. Sólo se escuchaba la violenta tos de aquel pobre hombre.

«¿Y ahora qué le pasa a este?» pensé mirando por el rabillo del ojo a Frank. «¿Se molestó por como lo miré? ¡Íbamos a morir por su error! ¡¿Pues cómo quería que lo mirase?!»

          Otros diez minutos y nada que la fila avanzaba.

          Estaba aburrido, me dolían los pies y la cabeza estaba por estallarme. ¡Odiaba la bulla! Y en este lugar eso abundaba: Bebés llorando, niños gritando, parejas discutiendo y un sinfín de sonidos que no reconocía. Pero ahí estábamos callados Frank y yo, los nuevos hermanos y su primera pelea que ni sentido tenía.

«¡Avanza!» Pensaba estresado viendo la fila al lado de una gran columna.

          Me colocaba en todas las posiciones para descansar los pies, pero opté por sentarme en el suelo luego de haber pasado otros diez minutos.

—Señoras y señores. Bienvenidos a Encargos Con Corazón, la única compañía que sí te cumple. —Odié más que nada ese eslogan, una voz lo decía como si fuera una vendedora de productos de limpieza—. Ya ha comenzado el acceso a la conferencia, se le agradece guardar la calma y no adelantarse en la fila. Todos los puestos están enumerados, le suplicamos que al recibir su número se sienten en donde les corresponda.

«¡Claro, estaban esperando a que me sentara!»

          Me levanté y fui hasta al lado de Frank, él estaba con los brazos cruzados tenía un porte imponente, cualquiera que lo viera diría que yo era el hermano sometido.

—No te separes —dijo.

«¿Y para dónde voy a irme, con los Contemporáneos?» Quise decirlo, pero lo que realmente solté fue:

—Ok.

****

          Ahora la fila avanzaba rápido, casi estábamos con un paso constante sin detenernos.

          La fila era como una especie de círculo, que rodeaba al anfiteatro. Lo supe fue por la pared que tenía al lado que nunca terminaba su curvatura.

—Creo que tengo que disculparme. —Empecé, sin verlo al rostro, di mi brazo a torcer. Era su segundo día en su nueva familia y ya estábamos peleados. Bueno, no sabía si estábamos peleados.

Z-Elección©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora