CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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PATAS EN EL SUELO

         Frecuentemente me preguntaba qué era lo que venía después de la muerte. Para un católico, como yo, me aferraba a la idea de que había un cielo en el que mi alma podría descansar en paz cuando mi cuerpo ya no diera para más en la tierra, pero la vida había tomado un rumbo diferente, un rumbo que nos tenía tomados por el cuello en espera de ver nuestro último aliento de vida. Ninguna plegaria que hice con mi familia fue escuchada, ninguna fue cumplida, pero seguíamos aferrados a esa idea de que alguien superior a nosotros nos estaba cuidando de todos los peligros que nos rodeaban.

          Tengo que admitir que, ya llevaba bastante tiempo en que no cerraba los ojos y me conectaba con el que llamaban todopoderoso. Simple mi explicación: Ya me había cansado. Me sentía ignorado.

          Pero cuando uno está solo, cuando el mundo se calla y te deja abrir la mente, es allí en donde uno se siente como una pequeña hormiga en un gran desierto. Sólo yo y mis pensamientos.

****

          El tiempo pasaba y yo aún no me había dormido, no sabría decir si era porque unas nauseas inhumanas me habían atacado o sólo el simple hecho de que me había reencontrado con los demás, o por lo que había hecho Zoe.

          Estaba a oscuras, no podía ver nada, ni siquiera la palma de mi mano justo al frente de mi cara. Además, no encontraba una posición cómoda para conciliar el sueño en esa pequeña cama individual donde estaba acostado, juraría que estaba hecha de piedras. Por otro lado, mis oídos estaban demasiados atentos a cualquier sonido; podía percibir cosas de metal que se caían al suelo, escuchaba a personas caminar encima de donde estaba y un sinfín de otros sonidos que no podía relacionar con otra cosa.

          Me preguntaba dónde estaba, no creería que en un barco, porque la Bruja Pons ya nos hubiese encontrado. También me estaba cuestionando cómo mi grupo me había encontrado, cómo me habían rescatado del agua, cómo pude recobrar mi movilidad... ¿Cómo no estaba ya muerto?

          Al parecer, con las millares de preguntas que tenía en la cabeza, mi cerebro dijo "basta" y se desconectó, dejándome dormir como si de un bebé se tratara.

****

          Mi mente había caído en una isla paradisiaca, luego de haber estado en un tifón peligroso en el mar. Un sueño melancólico invadió mi cabeza, primero me dejé llevar por la emoción, pero poco a poco me fui dando cuenta de lo que se trataba y no pude evitar dar movimientos bruscos que inconscientemente mi cuerpo daba para zafarse de ese trago amargo.

          Mis padres ya estaban muertos, no quería mentiras creadas por mi subconsciente.

―Despertaste... ―Escuché una voz familiar, pero la habitación estaba como una boca de lobo para poder fijarme en ver quien era―. Traje algo para que te puedas vestir, pero primero debes asearte.

―¿Frank? ―Estaba somnoliento y sin mencionar que el cuerpo me estaba matando otra vez. Sin embargo, mi voz había regresado de sus vacaciones, sólo tenía esa voz grave que siempre tenía cuando despertaba.

―¡Ya hablas! ―Me despeinó el cabello con su mano―. Dije que vendría temprano. ―Agregó y escuché que dio unos pasos y una bombilla en el cielo de esa habitación se encendió, dejándome completamente aturdido―. Bueno, creo que vine demasiado temprano... Disculpa si te desperté.

―No, descuida. Gracias ―dije mirándolo, él me regaló una sonrisa.

          Él estaba ahí parado, todo recto como siempre, sus brazos cruzados, recostado a la pared y su talón de su pie izquierdo descansando en el tobillo de su pie derecho. Si no lo conociera, dijera que se la quería dar de superior; aunque no, él simplemente era así. Llevaba las mismas prendas de vestir que cuando lo vi ayer: Un pantalón de tela suave y gruesa de esos deportivos de color gris, una camisa negra unicolor, que le quedaba un poco pequeña, y de calzado llevaba unos zapatos deportivos negros. Estaba limpio y peinado, algo que no podía decir lo mismo de mí, ya que mi cuerpo despedía unos olores muy desagradables, y más lo de las axilas.

Z-Elección©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora