CAPÍTULO VEINTISIETE

2.7K 238 66
                                    

INFIERNO

          No sabía por qué mi corazón latía si ya me sentía sin vida, no lograba entender cómo mis pulmones podían tomar aire tan rápido mientras mis sollozos me dejaban sin aliento. No lograba comprender por qué mi cerebro no se había desconectado.

          Mi padre. Mi madre. Las personas que más amaba en este mundo, ahora se estaban consumiendo en un amor sanguíneo y putrefacto.

—Ethan... —habló mi padre sin mucha fuerza, donde tendrían que ir sus ojeras por el estrés de ser doctor estaban unas grandes manchas rojas que hasta entraban a sus ojos—. Perdóname... —Entre mis ojos llenos de lágrimas, pude ver como se ahogaba en su sangre, mi madre le estaba mordisqueando el cuello mientras él la tenía abrazada.

—¡No, no tengo nada qué perdonarte! —grité y rápido me lancé a separarlos.

          Parecían estar unidos por cemento, tanto mi padre como mi madre, estaban aferrados entre ellos. Aunque uno con sus dientes y el otro con su amor.

—¡Iré por las curas! —Escuché gritar a Frank, mientras el aire se llenó de disparos, luego de eso se escucharon tres cuerpos caer—. ¡Zoe y Alan vengan conmigo!

          Todo pasaba tan rápido que lo único que fui capaz de hacer era ver como mi padre me decía algunas cosas mientras me apartaba con una mano para que no siguiera insistiendo en separarlos.

—Viví semanas en aislamiento esperando que despertaran para sacarlos de la ECC. —Su voz se estaba yendo, aunque seguía clara como siempre—. Ten por seguro que siempre quise lo mejor para ti y para ellas... Por eso me enfrasqué por tanto tiempo buscando la cura, para ustedes más que para las demás personas.

          Mi madre estaba sucia, tenía unos grandes cortes en una de sus piernas, los vi porque la tela del pantalón estaba desgarrada. El abrigo que llevaba estaba lleno de sangre y le faltaba una manga. Su rostro estaba golpeado y cuando abría su boca para darle otro mordisco a mi padre, noté que faltaban algunos dientes. Los ojos estaban desorbitados y amarillos, y por si fuera poco tenía una cadena en el cuello que también estaba atada a una columna de concreto.

—No creo poder continuar. ¡No lo haré, no lo haré! —Le decía mientras halaba su ropa para traérmelo conmigo, habría querido traerme a los dos, pero no quería decapitar a mi madre que ya era una Contemporánea.

          No sabía qué hacer, quería unirme a su fin inminente, quería que todo acabara ya. Lo quería, lo deseaba.

          Me desplomé en el suelo de rodillas, llorando como un bebé.

—Ethan. —Mi padre estaba casi sin fuerzas en sus párpados, estaban temblando—. El hombre correcto, en el lugar incorrecto puede hacer una gran diferencia en el mundo. —Se llevó una mano ensangrentada a su boca, dio un beso a sus dedos índice y medio, y los llevó hasta mi pecho, dejando una mancha roja donde tocó—. Esto es fuerte, y es donde siempre estaré cuando parta de este mundo —comentó tocando mi pecho, justamente donde estaba mi corazón roto.

          Mis lágrimas corrían como ríos desbordados creando una inundación en mi cara.

—Pero esto... —Siguió, ahora tocando mi frente—. Esto es lo más fuerte que tienes en estos momentos, y es a lo que debes seguir. —Sus dedos estaban húmedos por su propia sangre.

            La cascada que caía de mis ojos no podían limpiar el desastre que por dentro tenía.

            Poco a poco la fuerza del brazo de mi padre fue perdiendo fuerza, lo sabía porque sus dedos estaban deslizándose lentamente por mi cara siguiendo la línea de mi nariz, hasta caer en mi boca y luego en mi barbilla, dejando consigo un recorrido rojo en mi cara.

Z-Elección©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora