Charla I - 03.56 am

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Hace más de una hora que estaba despierta. Esto ya se venia repitiendo desde hace unos meses... ya no conseguia dormir de corrido. Pasaban unas cuantas horas desde que habia puesto mi cabeza en la almohada y de la nada despertaba fresca como una verdura. Ya me habia acostumbrado, en realidad. Me distraia jugando en el celular, hasta que una desagradable presencia se sienta a mi lado

- ¿Nuevamente en vela, querida? - me preguntó él con tono educado. Me limite a seguir mirando la pantalla del aparato - Eres una maleducada, y yo que solo vengo a hacerte compañia - dijo lastimero.

- Sabes que detesto tu presencia, solo me causas problemas - dije molesta sin dejar de jugar

-Pequeña, esos problemas te los causas tu sola y lo sabes...

- Ya dejala en paz - dijo otra voz. Como detestaba esa maldita y chillona voz - ¿No ves que perdió una discusión?

- ¿Con su madre? No puedo creer que me lo haya perdido

- Era completamente innecesario recordarlo- le dije a ella con frustración. Me miró sonriente y se acomodó a los pies de la cama junto al perro - ¿Que piensas hacer?

- Yo... no lo se - deje el celular en la cama y la mire- no se que hacer. Me siento tan perdida y molesta... - las estupidas lágrimas comienzan a deslizarse por mi cansado rostro

-Oye, no llores - dijo el hombre educado que estaba a mi lado. Puso una de sus frias manos sobre mi cabello- sabes que no nos gusta verte llorar

-A ustedes dos no les gusta, pero el resto de ustedes lo disfruta, en especial ella- señale con el dedo al rincón de mi cuarto. Ahi se encontraba ella, el peor de mis demonios. Eramos exactamente iguales, a diferencia que su cabello era negro como la misma oscuridad de la que provenia.

Inmediatamente mis otros dos acompañantes nocturnos se esfumaron, dejandome a solas con esa maldad encarnada. Se acercó a la cama y se sento frente a mi, mirandome con gracia.

- ¿Otra vez llorando, estupida?

- Callate y dime que es lo que quieres- respondi limpiandome las lágrimas

- Lo mismo que tú. Respuestas. Soluciónes

- Sabes bien que no las tengo. Si las tuviera ya no estaría en esta casa.

- ¿Por qué no le tomas la palabra a tu madre? Las puertas están abiertas ¡Ve y vuela libre! Sólo debes tomar tus cosas e irnos de aqui.

- Ja! ¿Acaso crees que nos la dejará muy facil? Es obvio que no, ella no me dejaria libre tan facil. De seguro me arrebatará algo, como siempre. Toda opción que da tiene un precio.

- Pero tu ya estas acostumbrada a pagarlos ¿verdad? Que mas da volver a pagar otro

- Es que estoy cansada de que toda acción que haga tenga un costo. Ya no quiero ese sistema. Tampoco quiero volver a mentir

- ¡Pero si lo haces tan bien! - exclamó desilusionada - es como un talento natural

- ¡Eso ya lo se!- le grite. Ella sabe como sacarme de mis casillas- pero estoy harta de esas cosas ¡Estoy harta de todo!- y cai en la desesperación. Acerqué las rodillas a mi cuerpo y me abracé a ellas enterrando la cara en el hueco que quedaba entre mis piernas dobladas y mi pecho. Las lágrimas salian sin control. Senti su mano buscando mi mejilla. Cuando lo logró, hizo que alzara la cabeza y la viera. Realmente era aterrador verla.

- Estas harta de todo ¿verdad?- dijo con suavidad- de tu madre, de tu vida, de la universidad, de las dudas y la inseguridad que te produce estar en una relación, de nosotros... ¿no es cierto?

- En especial de ustedes - dije en un susurro

- Niña, ambas sabemos que hay una solución para acabar con todo tu sufrimiento, o al menos, para hacer más placentero este dolor... - sus delgados dedos acariciaban notoriamente la parte interior de mis muñeca, luego mi antebrazo

-No...

- Recuerda que aqui también sirve - dijo señalando mis tobillos aun con las rectilineas marcas de la vez anterior

- No... no tengo el filo - dije a punto de caer en su macabro juego- recuerda que lo tire al basurero en el aeropuerto.

- Pero ante la desesperación todo sirve... - miró hacia el escritorio, en cuyos cajones se encontraban unas tijeras- vamos, intentalo. Ambas sabemos lo relajante y placentero que te resulta...- me aferre al mi cabeza y cerré los ojos con fuerza. Las lágrimas no se detenian.

-Vete...

- Aun no entiendo porque odias lo que hace tu novio. Lo que produce la marihuana en el es lo mismo que te produce cortarte a ti...

- Vete...

- Esto es una droga para ti...

- ¡Vete!- grite. Dejé que mi respiración se calmara antes de levantar la mirada. Al hacerlo, me encontre nuevamente sola en mi habitación. La unica compañia era mi anciana mascota que seguia durmiendo.

Por poco pierdo, pero logre vencerla. Mi cuerpo anhelaba un cigarrillo.

DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora