9. Sorpresa sorpresa

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   Bajé hasta el salón donde estaba uno de los árboles de Navidad y me encontré a Bianca abriendo su pequeña montaña de regalos. Yo parecía tener menos, pero no me importó mucho: un portátil Macbook Air, el nuevo iPhone 6, la nueva colección de invierno de Chanel, perfumes de Victoria's Secret, maquillaje MAC y un par de Louboutin. Estaba muy contenta por todo eso, aunque realmente, no me hiciera falta todo.

-Nenas... -empezó a decir mi madre-. Tenemos que daros una noticia.

-¿Qué pasa? -dije fríamente.

-Nos vamos de viaje de negocios a Francia.

-Vuestro padre va a expandir su línea de restaurantes y me va a abrir una boutique a mi -dijo mi madre con una amplia sonrisa-. Nos vamos el dos de enero.

-¿Nos vais a dejar solas? -dijo Bianca corriendo hacia mi madre para abrazarla.

-A ver, en un primer momento hemos pensado en que os quedéis aquí solas con el servicio de la casa, pero he decidido renunciar a llevarme a mi querido Golden trio, para que se queden a cuidaros, son las personas en las que más confío.

-¿Golden trio? -dije sarcásticamente.

-No, Clov. Mi estilista, maquillador y peluquera.

-Vale, vale.

   En ese momento llamaron a la puerta, el mayordomo abrió y al rato vino preguntando por mí.

-Pero, ¿quién es?

-Es un muchachito, señorita.

   Y allí estaba Oliver en la puerta.

-Hola, Clov. ¿Puedo pasar?

-No. ¿Qué quieres?

-Es que como anoche no nos vimos... Pues vine a saludarte. ¿Te pasa algo?

-Sí, sí me pasa. Ayer sí nos vimos. Y me parece normal que no te acuerdes, estabas borracho.

-Vaya... No me acordaba.

-Ya sé que no te acordabas.

-Bueno, ayer es que había quedado con los chavales y... Bueno... Nosotros vamos a emborracharnos y sé que a ti no te gusta beber...

-¿Y? Mira, ayer te pasaste conmigo y me estoy hartando de ti.

-¿Sólo por qué quedé con mis amigos?

-Sabes bien que no es por eso, pero,  ¿sabes qué? Empezasteis a gritarme en medio de toda la gente. Me ridiculizaste.

-Perdóname, no sabía lo que hacía.

-Sí lo sabías mientras bebías. Nos vemos -y cerré la puerta en su cara.

   No me dio tiempo a coger mis regalos, me fui corriendo a encerrarme a mi cuarto a llorar. Lloraba de lo furiosa que estaba. Para fortalecerme, pensé un plan: ser una queenbee, es decir, una abeja reina.
   Decidí cambiarme entera, tanto físicamente como de personalidad. Soy bastante rica, puedo tener lo que quiera y cuando quiera, ¿por qué no aprovecharlo?

2 de enero

Nos despedimos de mis padres en el aeropuerto y nos fuimos a casa con los que serían nuestros niñeros.

-Eh, Fabiolo, tengo que pedirte un favor.

-Sí, mi reina, ¿qué necesitas?

-Bueno, básicamente un cambio de look.

-¡Ah! ¿Un cambio de look? ¿Quién ha dicho eso? Me encantan los cambios -gritó la peluquera que iba conduciendo.

-Mirabelle, mira hacia delante que nos vamos a estrellar.

-Lo siento, es que me he puesto eufórica.

-Clov quiere un cambio de look.

-Por fin llegó el momento que más deseaba -dijo dramáticamente el estilista.

-Pues eso, que necesito que me hagáis todos los cambios que hagan falta, pero quiero ser todo lo parecida a mi madre que pueda.

-Ah, que diva. Me encanta tu madre.

-Sí, sí, vale. Entonces, ¿manos a la obra?

Clov ZanettiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora