Memorias

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Dedicado a @Paola_Limon.
Este mundo salió a la luz gracias a ti.

¿El nacimiento de una nueva cazadora?

Lluvia de sangre... eso es todo lo que puedo recordar.
Yo, una niña de seis años, que observó en primera fila como sus padres, hermanos y demás personas eran masacrados frente a mi.

Gruñidos y murmuraciones sordas a mis espaldas, la oscuridad de la noche, cenizas en el viento por el ardiente fuego que danza sobre cada casa de madera del pequeño pueblo Ravenrain.

Lo que una vez llame hogar.

La luna se encontraba en su mero punto, pero si su habitual color plata como cada noche...

No.
Aquella noche, ardía en un sin igual baño de sangre; sangre como la que estaba derramada en todo mi alrededor.

Una risa ahogada llena de locura, retumbó en mi oídos, logrando sacarme del trance en el que me encontraba.

Debería moverme, debería escapar...
Correr. Huir.
Pero mis piernas temblaban, y a la vez, estaban inmóviles. No había ningún movimiento en mi, más que los disparados golpes de mi corazón.
Casi no podía respirar por culpa del humo que se esparcia por el frío viento de ese crudo invierno.
Los mantos blancos habían sido moteados con manchas de sangre y algunos cuerpos que estaban tendidos sobre esta.
Todo se había acabado, ya no tenía a nadie, mis padres, mis hermanos y hermanas mayores, el recién nacido... se habían ido... ¿Por qué seguía aquí? Ya no debería estar aqui...

Otra risa igual de oscura, retumbó en todo el lugar.
Mi corazón se tambaleó y, por primera vez, mi rostro giró de manera instintiva hacia donde provenía aquella carcajada sonoramente aterradora. Mi alma tembló al observar a aquella inmensa criatura. Parecía un lobo, pero del doble de su tamaño normal. El pelaje de su espalda estaba erizado, su peligrosa mandíbula sostenía una mano de alguna víctima, y esos ojos... ¡Esos ojos! ¡Oh dio mío, eran enormes! Eran como ver oro fundido en ellos!
Casi humanos pero llenos de absoluta rabia, locura, hambre...

La gigantesca vestía dió unos pasos hacia mi, y durante su trayecto, fue disminuyendo de tamaño y forma.
Seguía teniendo una estatura alta para mi, era como del tamaño de un adulto, su larga melena estaba alborotada, en picos que apuntaban a cada dirección, eran como ramas secas.
Manos largas y dedos puntiagudos... O podría decirse que sus manos estaban descarnadas y sólo eran los huesos, tan filosos como cuchillas.
Sus ojos seguían igual de enormes y electrisantes, no paraban de observarme y centellar como hogueras.
Soltó la mano que aun tenía entre sus dientes putrefactos mientras volvía a emitir esa risa que logró hacerme temblar por primer vez después de haberla escuchado dos veces.

Parpade aturdida, y en ese diminuto y veloz parpadeo, ya la tenia a mi lado, con una mano esquelética sobre mi rostro, bajándola hasta mi cuello y rasgándolo. Rasgando mi carne sin piedad alguna, riendo como una loca, y yo... Yo sólo estaba ahí, petrificada, sintiendo como sus garras se enterraban cada vez más sobre mi pecho.
Ahora ya había más sangre sobre mi.

Traté de zafarme, pero de inmediato ella actuó, dejando de abrir mi carne para sostenerme con fuerza del rostro, sacudiéndome.

-¡¡Cállate!! -bramó.

Acercó su asqueroso rostro hasta pegarlo con el mío, mejilla con mejilla. Su piel era fría como el hielo y a su vez rasposa y quebradiza como el tronco de un árbol- Nunca juego con mi comida... pero te siento diferente... -susurró. Apretó sus manos contra mis hombros, al tiempo en que sentía como sus dientes se incrustaban en en mi mejilla izquierda, con tal fuerza sobrenatural, que esa vez no pude evitar soltar un chillido de dolor, desgarrador y quebrante; más allá de los puntiagudos dientes el dolor también podría deberse a la sensación de la ponzoña de una strogucia.

Demon Hunters® (Libro #1) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora