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[Día noventa y tres]

Mi amor, discúlpame, ¿de acuerdo? Creo que me quedaré unas dos horas más en el instituto. KyungSoo, JongIn y yo estamos trabajando duro para que nos den al fin la autorización legal como escuela. Pero no desesperes, llegaré a casa para poder hacerte la cena... ¿Quieres Chow Mein? Suena delicioso, ¿cierto? Te amo, Duizhang. Llegaré pronto.

YiFan cuelga.

Sentado frente al teléfono de la casa, intenta por quinta vez llamar desde el móvil para escuchar de nueva cuenta el único mensaje que almacena el aparato, como si fuera una burla muy estúpida de la compañía telefónica que no borra por nada ese mensaje de hace un año. Pero antes de que vuelva a marcar el número, la puerta de la casa se abre y da paso a un ChanYeol que llega con cara de muerto.

Su amigo tiene un juego de llaves de la casa, así que cuando tarda mucho en llegar al departamento compartido con KyungSoo y no hay tiempo para regresar a la escuela, adopta por unos días la casa de YiFan como suya.

A pasos rápido llega hasta YiFan y se sienta a su lado. Antes de que le de tiempo a preguntar qué ha pasado, ChanYeol se suelta a llorar. YiFan se queda callado y deja que se tranquilice antes de hacer nada. Cuando por fin lo hace y tan sólo hipa de lo sobrante de su llanto, toma aire y se decide a hablar.

—KyungSoo y yo hemos terminado.

YiFan abre sus ojos de la impresión, su instinto le decía que esto era malo ¿Ha escuchado bien? Porque eso parece una mentira enorme. Bien podría ser una broma de ChanYeol, pero cuando éste se suelta a llorar escondiendo el rostro entre las manos, YiFan entiende que no ha sido una burla y que lo que está escuchando es la verdad.

Oficialmente, las nueve de la noche enmarca al cielo de Pekín en un azul profundo, oscuro, llegando al negro porque no hay una luna que lo ilumine. No hay estrellas, ni si quiera un par de tediosos aviones que se muevan de aquí para allá, sólo un ChanYeol bebiendo tristemente de una taza con café negro descafeinado.

YiFan cree haberse convertido en su madre. Puede optar por otra opción para consolar a su amigo, pero si lo hace a su manera, seguro que los dos tendrán que ser sacados de un bar a patadas.

Cuando el pequeño Yeol se siente mejor y ha dejado el llanto veinte minutos atrás, YiFan se atreve a hablar de manera poco convencional para alguien con el corazón triste.

—¿Qué hiciste?

—¿Eh?

—Sí. ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Por qué terminaron?

ChanYeol frunce su entre cejo y cual niño de cinco años, abulta los labios y se cruza de brazos.

—No le hice nada. KyungSoo sólo se puso violento ¡Me dio con las llaves en la cara! Y luego me gritó muchas estupideces que ni yo entendí. Sólo se le podían ver las ganas de matarme, hacerme en caldo y comerme mientras se reía alrededor de una fogata.

—¿Qué?

—YiFan, no sé qué le he hecho. Lo juro por mi vida... Me dijo algo de dar un paso juntos. No sé lo que quiere, no entiendo.

El silencio se instala en la sala y YiFan intenta procesar toda la información.

—Chan, por favor... Dime algo más coherente. ¿Qué ha pasado entre ustedes?

ChanYeol toma aire y deja la taza de café a un lado, tratando de ordenar sus ideas para hablar.

—Llegué a casa. Ahí estaban él y su hermano hablando sobre cosas de la escuela. Sólo saludé y me fui a la cocina para buscar algo de comer. Luego KyungSoo me alcanzó y me dijo que debía saludar a su hermano bien, pero la verdad, hoy me ha ido muy mal. No estaba de humor y sólo le dije que no. Obviamente se enojó y me dijo que al menos dijera hola, pero le volví a decir que no. —con su diestra, ChanYeol se retira el pelo que le cae en la frente— Luego KyungSoo regresó a la sala. Sólo había ido a por algo de comida antes de regresa a dar clases, pero se me quitó el hambre y tomé mis cosas para irme. Cuando iba a salir, KyungSoo me dijo que me despidiera y no le hice caso. Al llegará al estacionamiento del edificio, JongIn llegó detrás de mí y me dio un puñetazo en la cara.

Songs for YiFan »KrAyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora