La cocina tenía siempre un olor similar al de la leche, vainilla y huevos. Él tenía la costumbre de preparar pasteles todos los días. Pero, en especial, el día de mi cumpleaños hacía el número de cupcakes que coincidía con mi edad.Siempre bromeaba con que él haría el número cien.
[Día nueve]
En Pekín se ha instalado una tormenta que pretende quedarse por algunos días más. Por suerte, en el centro de la ciudad todo se encuentra en orden, y con orden quiere decir que las calles son transitables. Prácticamente es un día que cabe dentro de lo normal, y uno más de los trescientos sesenta y cinco días que tiene el año.
Podría decirse que la casa de YiFan ha quedado en cuarentena. Nadie entra. Nadie sale. La comida que se pide por teléfono es dejada fuera de la puerta y pagada desde una tarjeta de crédito que le facilita todo al hombre ermitaño.
La casa es pequeña. Cuenta con una habitación, sala, recibidor, cocina y comedor; un baño equipado con tina y regadera que le da un aspecto de clase alta a la acomodada residencia.
Nada hace falta en ese lugar. Quizás, un poco de limpieza.
YiFan no se inmuta ni un segundo por el desorden que hay por todos lados.
Restos de comida en los platos y ropa sucia esparcida por rincones insospechables. Recibos del banco, trabajo, luz y compras aún en la mesa del recibidor, a punto de caer por culpa de paquetes de periódico jamás leídos. La casa no huele agradable. Hay un olor exageradamente hediondo que no sé sabe si es a causa del desorden o de que YiFan no toma una ducha desde hace días.
Últimamente no se separa de la cama, siempre abrazado a un peluche en forma de alpaca, su animal favorito, y según él, con quien se identifica a la perfección. Dicho objeto inanimado también tiene un extraño aroma. Aunque este se puede diferenciar del de su dueño, pues la vainilla es lo que da un toque dulce y hogareño. Uno que conoce y no quiere olvidar. El de YiXing.
Dan las siete de la noche y YiFan duerme ya desde las cuatro. La alpaca ha sido olvidada en el suelo después de haberse movido tantas veces en la cama. Sólo el ruido de los papeles cayendo en el recibidor logra que el hombre se remueva entre las sábanas, sin querer abrir los ojos, pero al fin moviéndose.
—YiXing... —musita, bajo, de corrida, arrastrando las sílabas. Su perfecto inglés sale de entre los labios cuando sus cejas se fruncen—. It's your turn to open the door... —pide y jala fuerte de las mantas para cubrirse hasta el mentón, esperando un par de segundos.
Jamás obtiene respuesta.
Sus ojos se abren lentamente, cada milésima de segundo pidiendo el deseo de no estar solo. Pero no, los sueños a veces no se hacen realidad. El lado de su esposo se encuentra vacío, frío... ¿El resto de la casa? En silencio.
El hombre cierra los ojos con molestia evidente y se gira dándole la espalda a ese lado de la cama.
—¿No puedes dormir? —oye YiFan y aprieta más los ojos.
—No —responde.
Está molesto, pero no debe ser grosero. La risa de YiXing inunda la habitación y las mantas se mueven nuevamente.
—Deberías intentarlo, Duizhang. Te hará bien.
—¿Sabes qué me haría bien? —pregunta YiFan dejando que las manos de su esposo entren debajo de las mantas.
—¿Qué Chicago Bulls gane temporada?
El comentario hace reír a YiFan, que retira su mala cara por una más dulce y tranquila, sin abrir los ojos.
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Songs for YiFan »KrAy
Fanfic⌠Se dice que en la vida existen dos grandes amores. El amor de tu vida y tu alma gemela. Puede que sea gente distinta, pero si es la misma, es una fortuna. YiFan y YiXing se conocen muy jóvenes, deciden unir sus vidas en matrimonio y empiezan una et...