Peter Pan Syndrome.

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Sala de usos múltiples.
Viendo cenicienta.

―¿Porqué me estas obligando a ver una película de princesas?

―Porque eres una―Daniel sonrío de lado.

―¿Y tu un príncipe?

―Tu príncipe.

―No soy una princesa, ella son...―ella desvío la mirada―. Ya sabes hermosas.

―¿Pero sabes tu lo guapa que eres?

―Soy la reina malvada, la emperatriz del mal... La chica rebote y nada más.

―Ginger tu eres más que un cuento, eres tantos que todas las princesas podrían competir por ser tu y jamás lograrían alcanzarte―ella lo miro, solo una mirada pequeña, se había dicho a si misma, pero como atraída por la fuerza de gravedad acababa de perderse en un cielo nublado en el cual las gaviotas bailoteaban todas a un solo compás.

Por un momento pensó que estaba mal.

Que la idea de Daniel en su mente debía ser replanteanda.

Mientras ira y alegría reñían en su cabeza, esa idea se perdió, entre el murmullo de las sirenas, que con sus tretas viajeras se lo llevaban al mar.

Un lugar muy lejos de ella.

―¡Daniel!―exclamó una rubia plantando un beso suave en su mejilla.

―Lauren―la lengua de Daniel se sentía reseca, no podía ni siquiera hablar con claridad.

―Una película de princesas―otra chica, esta vez pelirroja camino un trecho corto con sus largas piernas para sentarse sobre las de el.

―Yo amaba a la cenicienta.

Agregó una castaña pecosa.

―Me voy―bufo Ginger.

Pensó que nadie la escuchaba pero estaba mal.

Mientras se marchaba, Daniel intentaba escapar de una hidra de tres cabezas, para poder estar de nuevo al lado de su princesa

Just the duck.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora