Will be the stars

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De camino a casa, al final de las clases.

―¡Woah! ¿Te había visto por aquí antes?

―¿Acaso tienes una obsesión con las canciones de Taylor Swift?―golpe su hombro mientras pasaba a su lado―. Además idiota ya no tengo 15 años.

―¿Vas a ir a la fiesta de fin de año?

―No―su no fue tan fuerte como el retumbar de un ladrillo chocando contra la pared.

―Gin, por favor.

―Madura Daniel―suspiró alborotando aún más su fleco perpetuamente alborotado.

―Nunca.

―Pues déjame en paz―Ginger lo miró amenazadoramente y él le devolvió la mirada.

Levantó la mano para coger su barbilla y ella se estremeció, a él le gustaba cuando se estremecía incluso antes de que la tocara, como si su cuerpo supiera de ante mano que se acercaba.

Sus ojos se cerraron, sus pies se hicieron puntas y sus manos puños, no supo si iba a besarlo o iba a golpearlo, pero sabía algo, caer enamorado era tan sencillo como dormir para un perezoso o tan difícil como para alguien con insomnio y Ginger era del tipo de gente que se pasaba las noches en vela enredada entre una maraña infinita de pensamientos profundos.

―Tengo que ir a ver una cosa...―menuda excusa se había inventando, ella se retrajo igual que un resorte salto a un lado y junto sus pies en un saludo alemán, antes de echara a correr, antes de romper a llorar.

Just the duck.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora