El día ha llegado a su fin y con ello la luna y estrellas se asoman entre el oscuro cielo, acompañado de una ligera lluvia. Nuevamente estoy sola en mi habitación. Mi madre ha decidido retirarme de la escuela y yo estuve de acuerdo. ¿Para qué estudiar si moriré en un par de meses? No tiene sentido desgastarme. Ahora mismo, estoy deshaciéndome de las cosas de la escuela, he votado a la basura los cuadernos con poca materia que tenía; no mentiré, era una alumna del asco. Al acabar de vaciar todo en una bolsa, bajo las escaleras para votarlas en la basura.
– ¿A dónde vas? –la voz de Eliot irrumpe en el lugar. Está sentado en el sofá, bebiendo una copa de licor. Él usualmente bebe, pero no en exceso, es algo así como su manera de relajarse.
–A votar la basura –alzo la bolsa para que logre verla. Una mueca se asoma en su pecoso rostro.
–Déjala ahí, yo voy –intenta hacerse el amable. Deja su copa en la mesa, salpicando un poco, y hace el ademan de levantarse.
–Tengo cáncer, Eliot, no estoy parapléjica –frunzo el ceño. En serio necesitan parar de tratarme como si me faltaran brazos y piernas. Camino a la puerta y la abro fuertemente, cerrándola del mismo modo, salgo a pasos rápidos y voto la bolsa. Algunas gotas de lluvia logran humedecer mi cabello y deslizarse por mi rostro. Con mi dedo índice, seco una que cae cerca de mis labios. Alzo la vista, juntando un poco los ojos a causa de la lluvia, y me dedico a observar el cielo. No sé cuánto tiempo estoy en esta posición, o cuantas gotas mojan mi rostro, o cuantos pensamientos sin sentido pasan por mi cabeza, pero, sintiendo la lluvia sobre mí, logro darme cuenta de algo; tengo una lluvia de acido en mi mente y está matando las flores en mi corazón. Me está matando. Y entonces, creo que mi madre tenía razón. Debo buscar la felicidad en la corta vida que me queda, antes de que se acabe el tiempo. Esto es un reloj que nunca para de avanzar. A veces, me centro en el destino y no me doy cuenta del viaje, tengo que entender que debo creer en algo más que en mi misma y encontrar mi propósito. Caer nos permite ser más fuertes, nos permite entender las cosas...
– ¡Audrey! –Mi madre asoma su cabeza por la puerta–. ¡Entra ahora mismo si no quieres pescar un resfriado! –salgo de mi transe. Noto el frío que se acumuló en mí y toco mis mejillas... están heladas. Le obedezco y entro, con la mirada baja–. Ve a secar tu cabello y a cambiar esa ropa. Tu cuerpo no puede debilitarse –continúa. No me tomo la molestia de llevarle la contraria, pues, tiene la razón. Me quita el abrigo y lo cuelga en el perchero. Seguido de eso, me deja libre y se marcha a la cocina. Sacudo mi cabello y subo a la habitación.
Cómo ella me lo ordenó, cambio mi ropa. Me pongo un nuevo pijama de polar, y luego entro al baño para secar mi cabello. No tardo más de cinco o cuatro minutos, más desenredarlo para que sus rizos queden definidos. Me observo en el espejo, cada detalle de mi rostro. Mi piel pálida hace que mis ojos grandes y negros resalten, con sus pestañas onduladas. Mi nariz es pequeña y respingada, acompañada de mis labios medianos y algo carnosos. Soy la copia exacta de mi madre, y eso me desagrada un poco. Suelto un gruñido y salgo a mi habitación. Me recuesto sobre la cama, tapándome con una de las mantas y cierro los ojos, deleitándome con el hermoso caer de la lluvia. Escucho sonidos en el balcón, supongo que es August, mi gato. Pero él estaba en el piso de abajo... Me levanto, sobresaltada. ¿Y si es un ladrón? Tomo la lámpara de noche en mis manos y me acerco, sigilosamente. La luz de mi habitación está encendida así que esconderme sería en vano. Inhalo y exhalo, armándome de valor hasta decidirme a abrir el ventanal... puede ser que tenga físico de niña de primaria, que mis brazos sean delgados y huesudos, pero cuando algo realmente me asusta, puedo llegar a ser el peor monstruo. Con el ruido del metal corriéndose, una sombra se voltea, acercándose a mí. Entro en acción rápidamente, sin perder el tiempo, y, juntando la mayor fuerza posible, lo golpeo en la cabeza. Una, dos y tres veces fueron suficiente para oírlo gemir de dolor.
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Before I die.
Fanfiction¿Qué pasa cuando se abrazan el amor y la muerte? ¿Se muere el amor? ¿O se enamora la muerte? Tal vez la muerte moriría enamorada y el amor amaría hasta la muerte...