Before I die.

capítulo 4

Despierto por el ruido de mi alarma; es jueves y eso significa que tengo clases. La apago, tapo mi rostro con la almohada e intento seguir durmiendo. La puerta se abre y alguien levanta mi almohada, permitiendo que los rayos de luz den directamente en mis ojos. Lo primero que logro ver es el rostro de mi madre, está maquillada y peinada, lleva puesta su ropa de trabajo, luce impecable como siempre. Si tan solo tuviese una sonrisa en su rostro...

– ¿No irás a la escuela? –frunce el seño. Ver su rostro es como verme a mí misma en un par de años más. Algunas veces desearía no parecerme a ella, quisiera ser igual a mi padre, y así por lo menos sentirme más cerca de él, tener un indicio de como era su rostro. Sacudo la cabeza y ella sonríe de lado–. ¿Dónde estuviste anoche? –estira su delgado brazo y acaricia mi mejilla. Su tacto se siente extraño.

–Ve al grano –ruedo los ojos y alejo mi rostro de su áspera mano. Vota aire, cansada, y se sienta en la orilla de la cama.

–Tenemos que hablar, Audrey –Asiento, sin demasiado interés. Me enderezo, apoyando mi espalda en la cabecera de la cama–. Encontré el baúl de tu padre y... –se toma su tiempo para hablar– leí tu lista. Es maravilloso todo esto, Audrey.

–Hablas de esto como si fuese lo mejor del mundo, mamá, es una boba lista que hice sin pensarlo –me duele ser así con mi madre. Quisiera tener una buena relación con ella, pero cada vez que miro al pasado y recuerdo que siempre me hizo a un lado, quiero hacerla sentir tan mal como ella lo hacía conmigo. Venganza.

–Vas a morir, Audrey ¿qué no entiendes de eso? –Sacude sus manos con desdén– Vas a morir sin haber sido feliz en tu vida. Las cosas que tienes ahí te harían feliz. Eres una chiquilla tan terca.

Mi corazón se contrae. Ella prácticamente me recordó en mi propia cara que puedo morir en cualquier momento.

– ¿Y qué? –Alzo mi voz– ¿quieres que vaya por el mundo cumpliendo tontos deseos de una estúpida lista? Además, ¿desde cuándo te preocupas por mi felicidad, mamá? De todos modos moriré. No tiene sentido que ahora intente ser feliz –al acabar con mi arrebato, los ojos de mi madre comienzan a aguarse. No se siente tan bien como esperaba...

–La vida es una y debes vivirla –se levanta de un salto–. En algún momento tienes que entender eso y espero que no sea demasiado tarde.

–Ya es demasiado tarde –grito, desesperada. Mi madre me lanza una última mirada y sale de mi habitación.

Ya es demasiado tarde para vivir.