Parte 5

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En el helicóptero, Aome miraba inquieta a su alrededor mientras el raptor manejaba con determinación y Kagura observaba con impaciencia.

—¿A dónde exactamente me están llevando? —preguntó Aome, su voz temblorosa reflejando su creciente preocupación.

Kagura suspiró con fastidio, como si responder fuera una molestia.

—Te llevaré directamente con Naraku. Él se encargará de ti —respondió Kagura con frialdad.

Aome frunció el ceño, tratando de entender lo que estaba sucediendo.

—Pero... ¿por qué Naraku me quiere a mí? ¿Qué planea hacer conmigo? —insistió, buscando desesperadamente alguna respuesta que le diera alguna pista sobre su destino.

Kagura la miró con una mezcla de exasperación y satisfacción antes de girarse hacia el raptor a su lado. Sin mediar palabra, hizo un gesto rápido y decidido. El raptor sacó un rollo de cinta adhesiva y se acercó a Aome, tapándole la boca con firmeza.

Aome, ahora silenciada, miró con ojos alarmados a Kagura, cuya expresión se tornó en una sonrisa sutil pero amenazante. El helicóptero continuaba su vuelo a través del paisaje urbano, llevando a Aome hacia un destino desconocido y peligroso.

Después de un rato, llegaron a una casa abandonada. Aome, Kagura y el raptor descendieron del helicóptero y entraron. En el interior, lo primero que vieron fue una silla colocada en el centro de la habitación. Con determinación, ataron firmemente las manos y los pies de Aome a la silla para asegurarse de que no pudiera escapar. Una vez todo asegurado, le quitaron el vendaje de los ojos y la cinta de la boca.

Aome abrió los ojos y se encontró en una habitación oscura, iluminada solo por una lámpara que colgaba del techo. A través de la penumbra, distinguió las siluetas de Kagura, el raptor y otro individuo más que estaba de pie junto a ellos. La presencia del tercer sujeto desconocido aumentó la sensación de temor en Aome, quien se preguntaba qué les deparaba ahora que estaban todos reunidos en ese lugar sombrío y silencioso.

En la casa abandonada, Aome, atada a la silla, miró a su alrededor con nerviosismo. La tenue luz de una lámpara colgante apenas iluminaba la habitación, donde las sombras de Kagura, el raptor y otro individuo se recortaban en las paredes.

—¿Qué es lo que me van a hacer? —preguntó Aome con voz temblorosa, repitiendo su interrogante desesperadamente.

Kagura, visiblemente irritada por las preguntas persistentes de Aome, se acercó y le dio una bofetada que resonó en la habitación.

—¡Cállate de una vez! —gritó Kagura, su tono lleno de furia contenida.

Aome sintió el impacto en su mejilla, pero no pudo contener su angustia.

—Dime qué planean. ¿Por qué me trajeron aquí? —insistió, sin dejar de mirar a Kagura en busca de una respuesta.

Antes de que Kagura pudiera darle otra cachetada, una voz fría y autoritaria cortó el aire.

—Kagura, detente.

Todos se giraron hacia la entrada de la habitación, donde Naraku, envuelto en sombras, se acercaba lentamente. Kagura retrocedió, visiblemente afectada por la presencia de su líder.

—Naraku-sama... —murmuró Kagura, con una mezcla de respeto y temor.

Naraku se detuvo frente a Aome, su presencia imponente llenando la habitación con una sensación opresiva.

—Así que tú eres Aome —dijo Naraku con una voz tranquila pero penetrante, su tono revelando un conocimiento profundo y una intención oculta.

Aome tragó saliva, sintiéndose completamente vulnerable frente a este hombre misterioso que parecía conocerla más de lo que ella misma entendía. Esta era la primera vez que Aome se encontraba cara a cara con Naraku, y la experiencia era más intimidante de lo que había imaginado.

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