La venganza
Enamorar y acostarse con la hermana de Tyler Wiese, parecía demasiado simple.
Solo de recordar ese nombre, su cuerpo se llenaba de ira. La furia que había estado acumulada dentro de él por años, cegándolo y volviéndolo frío, lo carcomía lentamente.
—Es solo una apuesta, tú te encargas de cumplirla y, de paso, te vengas del idiota de Tyler —sugirió Jace con una sonrisa maliciosa.
Miró a la atractiva rubia con desconfianza. No sabía por qué Katherine de pronto venía a ellos con aquella brillante pero descabellada idea.
—¿Qué ganas tú?
—Diversión —respondió Kathy como si fuese lo más obvio del mundo—. Como sea, ese no es tu problema
Levantó una ceja con gracia ante aquella actitud nada común en ella. Que recordara, la chica siempre era muy "simpática" con ellos, nunca cortante. Había algo más que una simple diversión pero ella tenía razón, no era su problema y no se metería en problemas ajenos.
— ¿Y? ¿Aceptas o no?
Se rió burlón y miró divertido a los dos jóvenes que permanecían mirándole expectante, esperando una respuesta definitiva. Era la mejor idea que jamás se le hubiese ocurrido. Tyler Wiese al fin pagaría, después de esos años podría vengarse de ese chico que tanto detestaba.
— Será divertido —afirmó sonriente mientras que Katherine y Jace estallaban en carcajadas—. Enamorarla, una noche de sexo y luego dejarla tirada.
— Humillación —tanteó la única chica en la habitación, saboreando aquella palabra
— Venganza —rió Jace como una hiena— Y Tyler Wiese lo pagará como debe ser, ¿verdad Darren?
Pero él estaba demasiado ocupado pensando en su pequeña víctima como para prestarles atención. Realmente le resultaba muy desagradable tener que liarse con la hermana de Tyler.
La reconocía sólo por su hermano pero no por más. Era la segunda de tres hermanos y debía admitir que la menor, Jade Wiese, al menos sí era muy atractiva. A Kendall siempre la veía con ropa holgada y enorme, como si fuera dos tallas más grandes de lo normal, además de la gorra que le cubría todo el cabello y un par de enormes gafas de lupa que le cubrían parte del rostro. Era tan insignificante que le causaba repulsión el sólo imaginarla desnuda debajo suyo.
— No lo sé —murmuró de pronto, captando la atención de los jóvenes que dejaron de discutir para mirarle sorprendido—. Será demasiado asqueroso —Y fingió una arcada que hizo reír a la chica nuevamente.
— Pues... ¿Cuánto valdría su dignidad? —se preguntó el rubio con diversión—. ¿Qué tal dos dólares?
Todos estallaron a carcajadas. No había nadie entre el trío que no le pareciera gracioso el humillar a la muchacha de la manera en la que se imaginaban. Sabía que Jace Harries también detestaba a Tyler pero las razones que ellos tuvieran para burlarse de Wiese, la verdad, no le importaba.
— Ni hablar, propongan algo mejor si quieren que lo haga.
Katherine dejó de mirarse las uñas y camino hacia él para pararse con las manos en la cintura, mirándole como si estuviese por negociar.
— Cien dólares cada uno.
— Que sean trescientos— exigió Ford, dirigiendo una mirada furtiva a su amigo entretenido con el videojuego.
— Si ganas... —sugirió la rubia— serán doscientos y haré absolutamente todo lo que quieras por un mes.
No estaría nada mal cuatrocientos dólares y la completa disposición de Katherine Bourne. Podría hacer lo que quisiera con ella todos los días a la hora que quisiera. Nada mal
— ¿Y? —apresuró Jace sin despegar la vista de los mandos ni del videojuego—. ¿Aceptas o no?
— Bien, acepto —accedió.
— Ya sabes las reglas —musitó Harries concentrado en las imágenes del televisor—. Tienes al menos dos o tres meses para humillar a la mojigata de Kendall Wiese
Ni siquiera necesitaba ese dinero. Tenía todo lo que quería con lo que sus padres le daban. Con eso bastaba y sobraba.
De todos modos, no se reprimiría ni un poco en su escarmiento. Tyler Wiese pagaría con su propia sangre, con su preciada hermanita Kendall de la que siempre solía hablarle cuando fueron los mejores amigos.
Sería una verdadero dolor de cabeza tener que relacionarse con esa chica y perder el tiempo cuando podría estar con otras jóvenes, divirtiéndose.
Sería asqueroso al menos tener que besarla, pero muy divertido cuando la viera enamorándose de él.Sí, se encargaría personalmente de romperle el corazón a Kendall y lo disfrutaría muchísimo.
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KENDALL ©
RomanceDarren Ford odiaba a Tyler Wiese con todo su ser. Le tenía tanto rencor que la sed de venganza bullía en él casi de manera enfermiza. No era sano, pero lo único que le importaba era culminar su escarmiento. Heriría al enemigo donde más le doliera, s...