Capítulo 12

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¿Celosa?

—No, ¡¿cuándo vas a hacerlo?! ¡Si no lo haces tú, lo haré yo, Darren! ¡Juro que voy a decirle todo!

Kendall Wiese frunció el ceño con completa confusión al oír la voz de Katherine gritando desde el aula.

—No te acerques a ella, Katherine —La voz fría y dura de Darren la detuvo bruscamente—. Como siquiera le hables... Dedícate a hacer tu papel y no jodas.

Abrió la puerta y una amarga sensación la invadió al ver a Katherine cerca a Darren.

¿Qué hacían juntos?

—¿Darren? ¿Qué sucede aquí?

Una sonrisa se ensanchó en los labios de Katherine cuando sus miradas chocaron. La miraba burlona que le dirigió la dejó helada en su sitio como un balde de agua fría cayendo por su espalda.

—¿Interrumpo algo? —insistió con la voz ronca, dejando que el fastidio subiera por su lengua cuando Katherine envolvió los brazos en torno al cuello de Darren. ¿Quién se creía que era ella?

—Claro, estábamos...

—No, Kendall, todo está bien —dijo el muchacho con fastidio cuando, de un firme empujón, alejó a la rubia a varios metros de distancia. Tan fuerte y repentino que un crujido se oyó cuando Kathy chocó contra uno de los muebles del aula.

La observó con su corazón latiendo furioso hasta que de pronto una suave caricia deslizándose en sus labios la sorprendió. Al frente suyo, con una enorme sonrisa, Darren le rozaba la punta de la nariz de manera juguetona.

—Buenas tardes, pequeña —murmuró él antes de inclinarse de inmediato, listo para darle un beso.

Y Kendall giró el rostro. Los rosados labios del joven tocaron abruptamente su sonrojada mejilla. Y, de la misma forma, apoyó las manos en el pecho de Ford para alejarlo lo más posible de ella.

—No me toques. Lamento mucho interrumpir —escupió enfadada mientras intentaba soportar la mirada burlona de la rubia—. Sigan haciendo lo que...

Dio un sonoro portazo y salió desesperada del lugar antes de que alguno pudiera decir algo más.

Caminó veloz, dio fugaces pasos por el largo pasillo hasta que se vio rodeada de autos en un campo casi vacío.

Estaba frustrada pero, de alguna manera, no podía soportarlo. No podría soportar la idea de Katherine involucrándose también con Darren, arrebatándola también aquello que apenas parecía empezar.

No podría.

—Kendall... —espetó una voz enfada en su oído, tan repentino que se sobresaltó al instante en el que su espalda chocó contra otro cuerpo más grande y alto que el suyo—. ¿Qué jodidos te sucede?

Y tan cínico...

Una sonrisa fría se deslizó en sus labios y furiosa lo enfrentó.

—¿Qué me sucede? —repitió—. Acabo de verte muy cariñoso con Katherine, ¡¿Y me preguntas qué me sucede?!

Darren sujetó sus muñecas como rápido acto reflejo ante aquel arrebato. Y es que si ella estaba molesta, él estaba furioso. Kendall soltó un quejido torpe ante el impacto que sus cuerpo hicieron cuando Ford la estrechó con rudeza.

—No me gustan las niñas celosas, Kendall, te lo advierto. Lo que menos quiero es que alguien que me joda con tonterías.

Se vio separada de él cuando aquellas palabras surcaron en lo más hondo de su corazón. Su pecho se apretujó dolorosamente al entender las palabras implícitas que quiso decir.

KENDALL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora