Capítulo 6

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Entrometida

Pasaron largas horas e interminables en los que Kendall se la había pasado riendo y conociendo a las amigas, simpáticas de Darren. Incluso se había enterado de ciertos chismes.

Al menos durante un corto tiempo porque, después, un par de chicos se las habían llevado para bailar con ellas. Así que solo entonces noto que la mayoría de jóvenes estaban bailando muy animados. Solo ella estaba sola, como siempre. Después de todo, no conocía nadie más allí.

Observó la hermosa y lujosa casa. Nunca antes había ido y debía admitir que era muy linda. Miró a su lado, verificando que nadie la observaba, y se puso de pie. Suponía que a Darren no le importaría si daba un vistazo a la mansión Ford.

¿O sí?

Empezó entrando a la cocina, amplia, ordena y pulcra, como si fuese nueva. Luego se pasó a ver, desde fuera, los baños. Parecía tan grande como su propia habitación, no quiso ni imaginarse lo grande que sería la habitación de Darren.

Hasta que vio el enorme patio trasero vislumbrarse desde las altas vitrinas. Abrió la boca asombrada, observando encantada y maravillada los jardines, majestuosos y con flores de todo tipo que nunca antes había visto en su vida. Dio pasos seguros mientras la música se perdía en la distancia a medida que avanzaba por el corredizo.

- Entiéndelo, Darren, estoy jodido -escuchó la voz ronca de Jace Harries cerca de ella-. No se suponía que iba a enamorarse de mí. Quiero decir, solo me acuestaba con ella por placer, pero no me gusta y no la quiero. Me da lástima, en realidad.

Aunque estaba demasiado fascinada adentrándose en el jardín y observando encantada las flores de todo tipo como para prestar atención a conversaciones de personas que no le importaba en lo más mínimo.

-Eres un idiota -refutó Darren-. No entiendo por qué jodidos tenías que meterte justamente con ella cuando estoy intentando con...

- Da igual, ya la dejé. Nos vimos ayer y en la calentura del momento me dijo que estaba enamorada de mí -rió con crueldad-­. Nada, lo hicimos y luego la eché de mi habitación. No sin antes decirle que no volviera a joderme, claro

Abrió los ojos con desmesura. Y con todo su ser deseó que no estuviera hablando de Hannah Carter, precisamente. Lo deseó mientras salía de los jardines y veía la silueta de los dos muchachos de pie frente a la piscina.

La escaza luz lograba alumbrar, apenas, los rostros de Darren y Jace. El rubio, con una mano en el bolsillo del pantalón y el otro sujetando el cigarrillo, reía burlón, casi retorciéndose de risa.

-Eres un idiota, ¿sabías?

Una estruendosa carcajada brotó de la garganta de Harries con fuerza.

- Hipócrita, tú eres muchísimo peor

Esta vez fue Ford quien rió.

-Bueno... -Se encogió de hombros-. Eso es cierto.

Pero de pronto los ojos grises de Jace la miraron. La observó con dureza, una ceja levantada hacia ella con burla.

- Parece que tienes visitas, Darren.

Se quedó callada, sintiéndose como una verdadera intrusa cuando giró.

- Joder... -murmuró con sorpresa. Incluso Kendall creyó ver un atisbo de miedo y sorpresa en sus ojos, pero fue tan fugaz que pudo haberlo imaginado-. Yo... luego hablamos, Jace.

El alto rubio se encogió de hombros y caminó por su lado con indiferencia, como si no existiera. No planeaba que la saludara ni mucho menos que la mirara, pero parecía detestarla por alguna razón.

KENDALL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora