Libro 1: Errores - Capítulo 1: Alzarse Sobre la Diferencia

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La guerra ha vuelto a invadir el mundo. Mi padre me contó historias sobre gente que aún conserva el deseo de unificar la nación del fuego. Justo cuando parecía que el avatar Aang había traído una verdadera paz al mundo, todo su trabajo resultó ser en vano. Cuando la maestra Avatar Korra hizo el intento de solucionar todo lo que estaba pasando, desapareció misteriosamente sin dejar rastro alguno,tras una dura batalla. Hasta hoy, el nuevo Avatar aún no ha aparecido, motivo por el cual muchos ciudadanos piensan que el ciclo del avatar se ha roto. A pesar de todo lo que ha pasado, yo sigo pensando que tarde o temprano, un nuevo Avatar nacerá y se verá destinado a devolver el equilibrio y la paz al mundo.

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Los niños corrían riendo por el patio, felices y con una sonrisa grabada en el rostro de cada uno de ellos. Todos eran pequeños,aproximadamente de 4 a 7 años. Lo único que se respiraba en aquel ambiente era pura diversión infantil. Incluso varias cuidadoras compartían alegría con los niños, corriendo de la mano junto a ellos. A veces, algunas piedras se alzaban del suelo como material de juego, también pequeñas ráfagas de fuego y fragmentos de agua servían para divertir a todas aquellas personas reunidas. Todos jugaban y reían, todos menos uno.

Un niño de unos 9 años estaba sentado con la espalda apoyada en el árbol del patio, mirando con atención cómo sus compañeros jugaban alegremente.

Su cabello era largo, largo y negro como el carbón, a diferencia de sus ojos que eran de un extraño color azul grisáceo apagado, y acompañados de una tez pálida pero firme. Su cara presentaba una forma mucho más fina y definida que la de los demás niños, por eso todos en el orfanato incluso dudaban de su edad. Quizás también era porque era mucho más serio y más calmado que los otros.

Una mujer con una túnica negra se acercó a el despacio, se sentó a su lado y dirigió la cabeza a donde el niño estaba mirando.

- Siro,¿Por qué no juegas con los demás? Todos parecen divertirse.- le preguntó dulcemente.

El chaval llamado Siro se mantuvo en silencio durante unos segundos, los suficientes como para que la señora creyese que no iba contestar,hasta que, finalmente, se giró y la miró directamente a los ojos.

- Sabes que yo no tengo poderes como ellos, nunca me aceptarían...- le dijo.

Aquella amable mujer era Sor Lussí, la mujer que había cuidado de Siro desde que nació como si fuera su propio hijo. No es que las otras cuidadoras fueran malas con el ni nada de eso, simplemente, no le atendían tanto como su querida Sor Lussí. Tampoco es que el niño se hubiese preocupado en integrarse junto a los demás, a parte de eso, Sor Lussí y Siro eran los únicos no maestros de todo el orfanato.

- No es necesario ser un maestro para saber conocer a los demás. ¿Sabes? Yo tampoco domino ningún elemento, Siro, sin embargo, las demás cuidadoras son como mis hermanas para mí.- le aconsejó

El niño no dijo nada a aquello.

- Quizás aquí también hay hermanos tuyos y aún no lo sabes. Los buenos momentos saben mejor si los compartes con otros.- Siro tampoco contestó a aquello, si no que se limitó a asentir y a tumbarse sobre el regazo de la mujer.

La enseñanza en el orfanato no era sólo básica, también recibían,aparte de asignaturas comunes, cómo se organizaban los elementos,historia del mundo elemental y varias cosas más acerca del control de estos. Incluso aprendían mucho de las anteriores vidas del Avatar. El orfanato se ubicaba en una pequeña isla al sur de ciudad república donde un precioso haz de luz se prolongaba hasta más allá de las nubes, más allá de donde los ojos humanos podían llegar a ver. Siro pasaba la mayor parte de la noche observándolo, porque aquello alumbraba el cielo nocturno de una manera impresionante, y porque era lo único que le podía entretener. Siempre ha sido su sueño ir a su lugar de origen, le gustaría verlo con sus propios ojos.

Avatar: La Leyenda de SiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora