Capítulo 1

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¿Cuánto tiempo ha pasado ya?

¿Una semana? ¿Dos?

La venda que cubre mis ojos me provoca un ardor casi insoportable. Desde que me trajeron a este nauseabundo lugar no he podido ver la luz del sol. No puedo saber cuándo anochece o amanece.

Las manos me duelen  a causa de las sogas que aprietan mis muñecas y mi cuerpo me duele por dormir en el frío suelo.

Creo que perdí peso. La dieta a base de sopa instantánea una vez al día no es suficiente. Me arde la boca a causa de las quemaduras que sufro  cuando uno de mis captores me alimenta con la sopa aún hirviente.

Por mucho que lo he intentado, aún no logro comprender del todo que fue lo que sucedió. Salía del colegio y como todos los días me dirigía a casa. Caminé un par de cuadras y después… caí al suelo a causa de un fuerte golpe en la cabeza… todo se hizo negro…  el ruido de un estruendoso automotor acelerando para alejarse del lugar de donde me recogieron fue lo último que escuché.

Me pregunto si mis padres me estarán buscando. ¿Mis captores habrán pedido rescate? ¿Porqué no me han liberado? Sé que no debo albergar esperanzas… mi familia no es adinerada, por lo que no será posible pagar por mi libertad… supongo que esto no lo saben mis captores… si así fuera… yo ya estaría muerto…

La incertidumbre me está carcomiendo. ¿Lo harán? ¿Me matarán? ¿Cuándo? ¿Cómo?

Tal vez  un tiro en la cabeza sea el método más sencillo y rápido. Quizás sea lo mejor, antes de que a uno de ellos se le ocurra la brillante idea de enviar partes de mi cuerpo como prueba de mi cautiverio.

Puedo escuchar sus voces al otro lado de la habitación, me parece que están discutiendo ¿Porqué? ¿Por mi?

“Aun no es el momento” Susurra uno de ellos.

“La policía nos está buscando, si no presionamos por el rescate, todo esto se irá a la mierda, lo mejor será matarlo…” al parecer se están impacientando. Como lo sospeché, el día de mi muerte está más cerca de lo que sospeché.

“solo debemos tener un poco más de paciencia” Insistió… su voz suena tan serena.

“Al diablo con esto, ya no puedo más”

Escucho abrir la puerta de la habitación donde estoy encerrado, tengo miedo, sé que no es hora de mi comida pues el característico olor del consomé de la sopa no está presente en el aire.

Escucho unos pasos que se dirigen a toda prisa a mi nauseabunda cama. Siento su mano aprisionar mis cabellos en un apretado puño y jalarlos con fuerza obligándome a levantarme del suelo pero los amarres en mis tobillos y mis manos atadas a la espalda hacen difícil la labor.

“Debemos matarlo ahora” Su fétido aliento golpea mi rostro. Siento algo frio y metálico presionar mi sien… ya está, será un balazo en la cabeza, seguramente me ejecutarán y me abandonarán en una solitaria vereda.

“He dicho que no, suéltalo”

Estaba seguro que estaba alejado de nosotros, pero en un par de segundos su voz resuena en mis oídos, como a un par de centímetros de mi rostro.

“Si lo matas, no ganaremos nada” Insiste con voz tranquila. En alguna otra situación, estoy seguro, estaría aterrorizado, pero por una extraña razón, siento que esta vez, estaré a salvo.

Siento como mi captor suelta mi cabello con ira, mientras resopla furioso. Al parecer, mi defensor es el líder de la banda pues su interlocutor no parece dispuesto a seguirle llevando la contraria.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora