El comienzo.

35.2K 833 114
                                    

— ¡Que muera el mal gobierno!

Hay gente tonta como yo que se arriesga a romper el toque de queda por una buena causa y luego está esa mujer del otro lado de la calle pidiendo a gritos que vengan los federales; probablemente venga de afuera, detrás del alambrado, con los denegados. No creo equivocarme, tiene todos los rasgos de ser uno, ropa rota y sucia sin pizca de color, y una enorme boca. Sé que en este momento no puedo hacer nada por ella pues es posible que guíe a los federales a donde me dirijo y eso no pasará. Me odio por dejarla, pero me alejo rápido antes de que comiencen a llegar, no deben de tardar, el toque de queda fue hace casi dos horas y ellos siempre están dispuestos a arrestar a quien sea con tal de un cargo extra a su salario.

Doy vuelta a la izquierda a mitad de la solitaria calle y entro en un callejón por donde apenas cabe una persona minúscula como yo. ¿Cómo podrá pasar Frank por aquí?- pienso- Él es como tres yo. Sigo avanzando, el pasillo es muy largo y huele como alcantarilla, por eso me alegro tanto cuando veo una pequeña puerta de madera que está a mi derecha.

Espero tres segundos antes de tocar. Tres toques seguidos. Pausa. Un toque. Dos toques más.

—El águila cae a media noche —digo al acercarme un poco más a la puerta.

La puerta tarda tres segundos más en abrirse y cuando lo hace soy jalada inmediatamente para adentro y la puerta cerrada con la misma rapidez con la que se abrió. Me doy cuenta que la mayoría ya ha llegado, soy la última por primera vez.

—Creímos que no vendrías, Kira. Nos preocupó cuando no fuiste de las primeras cinco personas en llegar —me dice Charlie. Pongo los ojos en blanco y me acerco para darle un abrazo.

—Había gente fuera de mi casa, por eso tarde en salir.

— ¿Qué gente? —pregunta—. ¿Crees que sepan algo?

—Por supuesto que no. No me siguió nadie y todo estuvo tranquilo. Sólo eran los federales de rutina y esas cosas.

Todos estaban en sus pláticas, seguramente comentando el último gran informe de mentiras de nuestro maravilloso líder, el presidente Johnson. Ha sido nuestro presidente por los últimos veinticuatro años y medio. Es una de las personas que más aborrezco y odio en toda la vida, por él yo no tengo madre.

Estoy tan absorta en mis pensamientos que no veo cuando Tina se acerca a nosotros. Ahora me ve con cara de preocupación y siento una ola de cariño y exasperación hacia ella. Siempre se ha preocupado por mí y mis hermanos.

—Kira, cariño, ¿estás bien?

—Sí, Tina, estoy bien. Creí que no vendrías, las últimas dos reuniones sólo vinieron George y Harold.

—Ellos ya habían tenido más diversión, no me podía quedar atrás. Bueno, ya va a comenzar. Los veo luego —se va y nos guiña un ojo.

—A veces quisiera que mis padres fueran como Tina y Harold, luego recuerdo en todo lo que nos estamos metiendo y me alegro de que no lo sean. Pero admiro toda la fortaleza que tiene Tina, siempre tan positiva —me dice Charlie en voz baja porque ya han empezado a guardar silencio lo que significa que estamos a punto de comenzar.

—Creo que estás enamorado, Charlie. Pero por una vez en tu vida tienes razón, ellos son muy valientes.

Comenzamos a acercarnos un poco y así poder escuchar mejor. Bruno empieza a subir a la pequeña tarima improvisada que hay al frente y pide total silencio para poder iniciar. Bruno es el verdadero líder, al menos para mí, él es la única persona (a parte de mi padre) del que seguiría una orden. Es un federal retirado, sumamente inteligente y fuerte para su edad.

Amor en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora