El secuestro.

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La alarma de mi pequeño despertador suena y yo sólo estiro la mano para apagarlo. Sé que no puedo dormir más, aunque sea sábado, tengo que levantarme y ayudar a mi padre a hacer el desayuno y darle noticias de anoche antes de que baje mi pequeño hermano, al menos sé que no encontrare a William pues ayer tuvo el turno de noche y no sale hoy hasta las diez después se viene a cuidar a James.

Después de una ducha rápida en el baño me recojo mi cabellera rubia en un moño desordenado y me visto: vaqueros, zapatillas y mi sudadera favorita, cuidando que el gorro tape mi pequeño tatuaje en mi cuello. Bajo de prisa las escaleras y encuentro a mi papá haciendo su intento de desayudo.

— ¿Intentas quemar la cocina?

Mi padre levanta la vista y me sonríe. Le quiero tanto.

—Yo sé que amas mis desayunos —toma el sartén y pone unos huevos en el plato que me acerca—. Calientes no saben tan mal.

Pongo los ojos en blanco y de mala gana empiezo a comer. Creo que a estas alturas ya me he acostumbrado a su comida.

— ¿Qué noticias hay? —me pregunta después de asegurarse que estamos solos.

—Tres arrestos, Bruno va a planear su rescate. El informe, lo nuevo es que reclutaremos en lugar de informar pero esto llevara tiempo, según Bruno no podemos llevar a cabo nada nosotros solamente. Y... hay una baja... ¿por qué no me lo dijiste?

—No quería ser yo por quien te enteraras. No me gusta. Me avergüenza.

—Papá, no podías hacer nada y todos lo sabemos. Eres un juez en los juzgados y sabemos que haces todo lo posible por evitar ese tipo de cosas ¿Te imaginas quién nos ayudaría cuando lo necesitamos, quien daría la información y donde estaríamos James y yo?

De la cara de mi padre va desapareciendo su ceño fruncido y en sus labios se va deslizando una pequeña sonrisa, en sus ojos puedo ver nostalgia.

—Me recuerdas tanto a tu madre.

—Claro. Tengo sus ojos azules y su cabello rubio —le guiño un ojo y suelta una risita—. Hay algo más... haré guardia.

—Hasta en eso te pareces a tu madre —puedo ver la frustración que siente—. Te he dicho que es muy peligroso y que no lo vuelvas a hacer. Con que vayas a las reuniones es más que suficiente.

— ¿Qué querías que hiciera? Charlie se ofreció y no lo iba a dejar solo. Además, sabes muy bien que Charlie recibiría una bala por mí.

—Y también sé muy bien que tú harías lo mismo por él.

—Buen punto —le sonrío mostrando todos mis dientes y agitando mis pestañas—. No nos pasará nada, confía en mis increíbles habilidades.

Mi padre resopla y mueve la cabeza divertido.

—Tu madre pudo haberte dejado más que sólo su terquedad... —comienzo a abrir la boca para replicar pero mi papá añade rápidamente— y su cabellera rubia y ojos azules, lo capto. Oye, pero quiero los datos.

—Cinco días, calle Francia veinte pasos a la derecha, número doce. Un solo toque, misma clave.

—Voy a sugerirle a James que se quede a dormir con algún amigo y voy a ir ¿entendido? Tú harás guardia pero estaré ahí.

— ¿Y qué pasa con tu otro hijo?

—Es tu hermano y se llama William.

—Conozco su nombre pero dudo que sea mi hermano, ¿Seguro que no es adoptado?

—Kira... él sólo ha tomado malas decisiones ¿sí? En algún momento entenderá la situación.

—Tiene veintiún años (casi veintidós), yo entendí la situación a los once. Y a los dieciséis yo me uní a...

Amor en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora