Lo anterior está escrito en la última página del cuaderno.
Así pues, ahí concluye esto que decidimos publicar con el título
de "Diario del Chavo del Ocho". Pero no es (ni debe ser) un final,
ya que, salvo obvias excepciones, los diarios se distinguen
precisamente por eso: por no tener un final. Y las excepciones
suelen ser tristes. Tan tristes, por ejemplo, como el final que va
implícito en el hecho mismo de que un diario anuncie que llega a
su fin...
Pero éste no es, afortunadamente, el caso del Chavo del
Ocho. El Diario termina porque el cuaderno ya no tuvo más
páginas que brindar al incipiente autor; pero es claro que la vida
continúa. Que termina el cotidiano escribir, pero que sigue el
cotidiano acontecer; el diario acumular experiencias que luego
podrían ser narradas en otro cuaderno. (¿Y en otro libro?)
Pero esa vida que continúa, ¿cómo es ahora? ¿Cómo
transcurre?
Hice intentos por averiguado. Regresé muchas veces al
parque; busqué afanosamente; indagué; pregunté; me senté en
la misma banca donde estuve cuando el Chavo del Ocho dio
lustre a mi calzado; el mismo lugar donde él había dejado
abandonado su cuaderno. Pero todo fue en vano.
Y sólo queda un recurso: que llegue a sus manos un
ejemplar de este libro y que, si lo juzga conveniente, se ponga
en contacto conmigo.
Si esto llegara a suceder, no pienses, Chavo, que haré
mal uso de nuestra posible amistad. Yo sólo quiero darte las
gracias. Gracias infinitas por todo lo que me dio ese personaje
incomparable que es El Chavo del Ocho.
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El diario del Chavo
Short StoryGracias por siempre Roberto Gomez Bolaños "CHESPIRITO"