Silencio.

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Jade estaba sentada en un medio de esa playa solitaria, donde nunca pasaba nadie, con sus tacones negros a su lado, eran las 10 a.m y ya estaba bebiendo, con sus uñas pintadas de azul oscuro casi negro acariciaba la arena, mientras sus ojos verdes se fundían mirando el mar, su pelo pelirojo natural brillaba, llevaba los cascos y tenia puesto a Arctic Monkeys. La playa estaba justo detrás de terapia, así que estaba haciendo tiempo para entrar. Había hecho más grande el roto de su pantalón.

-Mierda...-susurró Jade

Aun quedaba media hora para entrar. Así que cerró los ojos e intentó centrarse solo en la música.

Oyó la voz de un chico que le hablaba.

-Sí, todo es una mierda. Aunque si me das un poco de eso que llevas en esa petaca, lo será un poco menos – aquel chico sonrió, se sentó a su lado y le extendió la mano.

Jade giró la cabeza y le miró.

Hay un día, un momento en tu vida en el que todo cambia, en el que te despiertas y ya no eres la misma persona, ese día es cuando por fin abres los ojos y lo ves todo claro, ese día puedes llegar a ver cosas que antes eran imposible de ver, de entender, donde antes solo se veía una figura negra y borrosa ahora lo puedes ver con claridad.

¿Y todo porque y cuando? Eso es algo que no se sabe. Pero si se siente, y a Jade le había llegado ese momento. Aquel chico le había puesto la piel de gallina solo verlo, le había parecido el chico más atractivo y guapo del mundo. Sintió al instante que algo había cambiado dentro de ella.

-¿Ho...hola, y tu quien eres?- dijo sorprendida Jade, pero con un tono tranquilo.

Aquel chico tenía un estilo muy alternativo, como el suyo, unos ojos marrones muy claros y un pelo con tonalidades de marrón y rubio. Puede que por eso ya de buen principio ya atraía.

-¿Yo? No soy nadie, soy parte de tu imaginación, que necesita desesperadamente que te salve de tu soledad y haga que te diviertas de verdad por una vez en tu miserable vida.

- ¿Pero...qué narices...?

-Tranquila, era una broma, si que existo, al menos en este universo. Te he visto aquí sola y con cara de deprimida y he supuesto que esperabas para entrar a terapia. Es la primera vez que voy, y me has parecido mm...interesante, así que si que querría que dejaras de tener una vida miserable y nos divirtiéramos un poco, sin malpensar.

A primera vista ya parecía que este chico estuviera un poco ido, ¿pero quien no lo está hoy en día? Aunque quizás un poco más de lo normal, pero en cierto modo eso le atraía, ¿por qué no podía divertirse un poco con él? Al fin y al cabo lo necesitaban los dos, por eso iban a terapia.

-Vale, oye, si voy a terapia pero tú pareces un poco ido. ¿Además que te hace pensar que mi vida es miserable?

-Tranquila, la mía también lo es, por eso vamos a terapia, para cambiarlo supongo. Y si, quizás esté un poco ido, pero tú no has salido huyendo así que, o tu también lo estas, o eso te atrae. Cualquiera de los dos casos me vale.

- Está bien.

Los dos se miraron y sonrieron.

-Me llamo Axel Miles.

-Yo Jade Cooper.

Se quedaron un buen rato sentados mirando a la nada en silencio.

-Ei, Axel, ¿quieres...un cigarrillo?- dijo Jade sacando dos cigarros del paquete.

-¿Aun es muy pronto para eso no crees? Además, no deberías hacerlo, fumar quiero decir.

-Lo sé –dijo guardando los dos cigarros a la vez, con cara triste.

Estuvo un rato mirando al horizonte, de pronto empezó a tiritar del frio.  Axel le puso su sudadera por encima. Jade le miro con expresión de sorpresa.

-Gracias Axel.

-¿Por qué, por la sudadera? si yo tengo mucha calor. Debes estar enferma o algo, así me cargas la chaqueta ya de paso. - Axel sonrió

-No, digo sí, quiero decir, por preocuparte en general por mí, y más cuando nos acabamos de conocer. Nadie lo había hecho antes.- Jade dibujó una sonrisa sincera en su rostro.

-Pues vete acostumbrando, porque me has caído bien, y si vamos a ser amigos, te voy a tener que cuidar, supongo. 

Los dos volvieron a sonreír y Jade se puso roja. Se sentía feliz después de mucho tiempo, no quería pensar en nada que pudiera estropearlo.

-Deberíamos ir tirando hacia terapia, y sentarnos juntos. – dijo Axel con la mirada fija en Jade.

-Sí, deberíamos.

Jade cogió sus zapatos con una mano, y la otra se la cogió a Axel para que le ayudara a levantarse. Cogió sus cosas y se fueron juntos a terapia sin decir nada, aunque estaban cómodos sin necesidad de hablar entre ellos, ya tendrían tiempo para aquello, ahora solo disfrutaban del silencio que reinaba. Aquello que tanto disfrutaban y necesitaban, silencio.


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