Epílogo.

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Al final de las pequeñas vacaciones, fui a despedir a mis padres al puerto, acompañada por Surina, Tao, Luke y Daimen. Mis padres prometieron volver cada poco tiempo, pero les prometí conversaciones más detalladas, y pronto idearía algún tipo de mecanismo para visitarles sin ser vista. Surina estuvo un buen rato abrazada a sus padres, y a Luke. Él había decidido aceptar el cambio de ruta propuesto por Daimen, aunque tendría que cambiar bastante personal.

Al poco, llamaron a embarcar a los pasajeros, aunque Daimen nos dijo que podríamos subir a despedirlos. Ventajas de tirarte al capitán, supongo. Miré con un poco de nostalgia el Lhanda, mientras Daimen me arrastraba hacia la cubierta de proa. La verdad es que recatarnos mientras estaban mis pares cerca no ayudaba a la idea de perderlo durante medio año.

- Tienes que idear ese mecanismo ya mismo- Murmuró, besándome y estrechándome contra él. Sonreí.

- Estoy segura de que algún método tiene que haber, tranquilo.- Lo besé, intentando recordar su aroma, el sabor de sus labios, su textura,  y el número de células que lo formaban.

- Te amo.

- Yo más.- Dije, mordiéndole la nariz.- Estoy deseando verte dentro de seis meses.

- Yo más.

- Si, ya me doy cuenta, no dejas de mencionarme en sueños.- “Voy a matar a mi recién adquirido novio, y la nave en la que viajan mis padres no tendrá capitán y caerá al vacío.” Pensé, golpeándole.- ¡Eh! Solo te digo la verdad.

- Calla.- Murmuré, sonriendo. El primer aviso de partida me hizo separarme.- Voy a despedirme del todo de mis padres.

- Te acompaño.

Mi madre lloraba casi más que la primera vez que nos separamos, aunque sabía que ahora estaba feliz por vivir bien. Mi padre me abrazó, y miró de refilón a Daimen.

- Espero que te cuide bien- Me dijo.

- De maravilla. Cuídale tú ahora y ya me encargaré de que me cuide luego.

- Prometido- Sonreí, abrazándole, y pude oír como llamaba la atención a mi hermano- Vigílalos.

Me giré justo para ver a mi hermano aceptando la orden al estilo militar. Con una sonrisa, me dispuse a bajar del Lhanda.

- Seis meses- Susurró Daimen, sujetándome y girándome para darme un último beso.

- Te estaré esperando.- Murmuré.

Bajé de la nave y esperé, mirando a mis padres hasta que tuvieron que entrar. Entonces me fijé en la cabina de mando, y en cómo Daimen me despedía con la mano.

Sabiendo que, en tan solo seis meses, no volvería a tener que apartarme de su lado.

EFdL AU. El pájaro que escapó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora