Capitulo 2: Mi peor pesadilla

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— ¡Hey niña! —Empecé a abrir mis ojos tan despacio como se me fue posible. Una luz brillante entraba por la ventanilla.

Me había quedado dormida quien sabe por cuánto tiempo. Lo último que recuerdo es que estaba anocheciendo y todavía me quedaban ocho horas de viaje.
Mire a mi alrededor y el colectivo estaba vacío. Un hombre barbudo me observaba con enojo.

—Es el final de la línea —La robusta figura camino hacia el asiento del conductor.

— ¿Qué hora es? —Pregunte acercándome a la puerta escalones de la puerta. Un aire caliente quemo mis mejillas y tuve que parpadear para acostumbrarme a la luz
Mis maletas ya estaban en el piso y apenas baje el último escalón la puerta se cerró y el autobús arrancó llenando de tierra todo lo que estuviera a la vista.

Cuando la nube de polvo se dispersó observe a mí alrededor. Antes de salir mamá había llamado a Henry y este había quedado en ir a buscarme a la terminal. Pero delante de mí no había más que un edificio viejo y sucio y la carretera por la que el colectivo se había esfumado. El resto eran metros y metros de absolutamente nada.

Supongo que me pareció raro que mis padres se pusieran de acuerdo en algo y por eso antes de salir copie la dirección de a donde debía ir en mi libreta.
Saque la hoja y una barra de cereal de mi bolso. Mire a mi alrededor, nadie a quien preguntar, mire los dos lados de la ruta, elegí el que parecía más habitable y empecé a caminar.

Todavía recuerdo la última discusión con mamá, "Ya no puedo lidiar contigo, estoy harta" esas fueron sus últimas palabras. Una semana después me dijo que tendría que ir a vivir con Henry.

Caminaba, hundida en mis pensamientos. Tan volada que no note que una vieja camioneta celeste andaba despacio a mi lado como siguiéndome el paso. Mi piel se erizó al notar que aquella ruidosa caja con ruedas me seguía el paso.
Me tome un segundo para pensar si sería mejor enfrentarlo o salir corriendo.

Podría ser un secuestrador, o posiblemente sólo necesita indicaciones. Sería fácil aprovecharse de una chica de dieciséis años que camina sola en el medio de la nada. Finalmente frene y me gire de frente a la camioneta.

—¿Se te ofrece algo?

Quien manejaba era un muchacho de no más de dieciochos años, cabellos oscuro, ojos celestes y una sonrisa realmente hermosa. Me quede observándolo, no podía evitarlo, parecía salido de uno de mis libros, un personaje completamente ficticio, algo tan irreal, me pareció ver que su piel irradiaba un brillo que no había visto jamás, pero lo descarte al instante; solía fantasear despierta y lo más seguro es que ese brillo haya sido producto de mi imaginación, influenciada por tanta literatura fantástica archivada en mi cerebro.

—Perdón, no quería asustarte. ¿Eres Gabbe? —su voz hacia que se viera aún más perfecto.

—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Qué quieres? —¡Que estúpida! Podría haber contestado algo como: 《Hola》 o 《si soy yo》, pero no, como siempre mi bocota esta desconectada de mi cerebro.
El muchacho se río y su sonrisa se vio aún más hermosa, senti mis piernas temblar ante su brillante dentadura, pero que fuera bonito no descartaba que fuera un asesino o violador así que no podía bajar la guardia.

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